El cuarto Rey Mago - Esperanza Tirado

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Todo el mundo le rechazaba. Y se sentía un desgraciado. En cualquier familia hay alguien a quien le huelan los pies, ¿verdad? Tampoco es tan grave.
Pero, claro, lo suyo era de juzgado de guardia. Nadie se sentaba a su lado en el autobús. Ni a tres asientos de distancia siquiera. Por esa razón también tenía problemas en cada trabajo en el que le contrataban. Todos los compañeros rechazaban el ordenador contiguo al suyo. Y duraba un suspiro y unas narices inmediatamente tapadas.
Pero en el fondo, se decía, -muy muy en el fondo, parecía ser-, era buena persona. Se miraba al espejo y su barriga oronda resaltaba por delante de todo. Su calva, monda lironda, brillaba como una bola de billar gigante. No era un Adonis, más bien al contrario. Un escarabajo pelotero rodando con su bola de excrementos y tierra tenía más glamour que él. Al menos en los documentales de la 2.
En su soledad se consolaba con las canciones de Los Beatles que le hablaban de un mundo feliz, soleado, verde, azul, rojo, violeta y amarillo; un mundo mejor en el que sus enormes y apestosos pies no tenían importancia. En ocasiones pensaba que era como el quinto Beatle, invisible e ignorado ante los ojos y oídos de todo el mundo. Tanto potencial por descubrir…
Ojalá fuera como John Lennon, en boca de todos, admirado, recordado y nunca lo suficientemente llorado. Pero ay, vivir es fácil con los ojos cerrados. Jamás tendría esa melena, esa sensibilidad, esa mirada soñadora y miope, ese carisma…


Así que esto es la Navidad. Ya es imparable. Otro año que pasa rodando sobre su cabeza pelada. Y la guerra contra sus pies apestosos sigue. En invierno el asunto se medio camufla dentro de unas botas de seguridad y tres pares de calcetines. Pero todo eso añade un peso extra a su figura. Se mira al espejo y resopla.
Y de pronto un bufido le hace iluminar su cara redonda, poniéndola más redonda y más roja.
¡Ya está!
Podría presentarme a Papa Noel de grandes almacenes. Doy el tipo barrilete. Solo me falta una larga barba blanca de pega. Aunque me pique, cualquier sacrificio será en positivo. Un trabajo, breve, pero trabajo al fin y al cabo. Sí. Podría hacerlo funcionar.
Pero… ¿Se acercarían los niños a un Papa Noel apestoso? Todo lo que el mundo necesita es amor y sonrisas de un vejete gordinflón, seguro. Además los niños no tienen prejuicios. Aunque tienen un olfato muy fino…
¿Daré la talla? En realidad ¿Cuánto medía el verdadero Papá Noel? Si es que realmente existió, claro. Porque en Laponia hace frío, pero yo me río. Y poca gente debe vivir. Renos, pinos, y mucha mucha mucha nieve. Y, si acaso, elfos. Que, al no ser humanos, serán de sangre fría, como las serpientes y compañía.
A ver, repitan conmigo: ‘Ho, ho, Ho’…
El cursillo es absurdo pero por lo visto parece que necesario. Mucha gente necesitada y en condiciones precarias.
¿Un Papa Noel becario? Estas cosas solo pasan en España. A John Lennon no le hubiera ocurrido esto. Ni a Paul, ni a Ringo, ni a George, ni a…
Lo siento, su entusiasmo no es lo suficientemente entusiasta. Pruebe a ver si necesitan un Rey Mago en la quinta planta para la siguiente quincena.
Hola y adiós.
Efectivamente, soy como el quinto Beatle. Olvidado por todos. ¿Cómo se llamaba? Nadie lo recuerda. Solo a John, Paul, Ringo y George.
Seguramente ni siquiera me querrán como el Cuarto Rey Mago. Que posiblemente lo hubo, pero al que nadie lo menciona. Tal vez cuatro carrozas ya eran demasiado gasto en luces decorativas para los ayuntamientos modestos.





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