Los
padres de Tomás insistían en recuperar al estúpido de su hijo.
Pero su suegra ya se había acostumbrado a tenerlo en casa tras un
divorcio traumático
-
Déjenlo aquí –sugirió la buena señora-. Desde que murió mi
Chester
me hace mucha compañía. Está claro que mi hija no va a volver y
mis hijos mayores están lejos. Es el único que aprecia mis guisos y
aún me mira durante el almuerzo. Total, mi marido no se va a
enterar. Mientras por las mañanas le traiga el periódico en la
boca, como hacía Chester,
todo irá bien. Tal vez le resulte complicado colocarse el collar.
Habrá que tomarle medidas nuevas.
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