Lo perdí casi todo al mismo tiempo. Un día me despidieron en el trabajo por reestructuración de plantilla y al siguiente me dejó mi novio con la típica excusa del no eres tú soy yo. Me pasé unos cuantos días metida en casa llorando, no tanto por el trabajo como por haber perdido al amor de mi vida. Tenía un año de paro, así que decidí dedicarme a llorar y lamerme las heridas y una vez que se me pasara el disgusto ya me pondría a buscar ocupaciones. Pero mi novio era difícil de olvidar, el paro se iba agotando y yo no tenía ganas de peregrinar por las empresas. A lo mejor podía hacerme famosa por la web, abrir un canal de You Tube o una página de Instagram, conseguir tropecientos mil seguidores y que me empezaran a pagar por ello. La idea era estupenda, pero el problema estaba en qué hacer, qué decir, qué habilidades mostrar. Las posibilidades eran todas y ninguna, podía arriesgarme a hacer el imbécil, diciendo por ejemplo que era vegana y mostrando mi comida, aunque fuera mentira, podía hacer punto de cruz, macramé, maquillaje... lo intenté, pero nada dio resultado. En mi desesperación una noche compré un botella de vino y mientras bebía me grabé a mi misma poniendo a parir a mi novio. Le llamé de todo menos bonito. Subí el vídeo a mi canal de You Tube. A la mañana siguiente estaba arrepentida, pero cambié de opinión cuando vi las visitas y los seguidores. Y nada, pues que a eso me dedico, a poner a parir a mi ex desde hace más de un año y ya vivo de ello. Algunas cosas me las invento, bueno a estas alturas casi todo, pero ya estoy pensando en comprarme un piso. No es una forma muy ortodoxa de buscarse la vida pero... es lo que hay.
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