Cambio de trabajo - Gloria Losada





Hasta hace bien poco disfrutaba de una profesión que gozaba entre la gente de cierto prestigio. Aunque también es cierto que todos pensaban que ganaba dinero a calderos y nada más lejos de la realidad. Eso los de arriba, pero los simples empleados de banca no gozábamos de unos sueldos demasiado boyantes... o tal vez sí, no lo sé. El caso es que desde que se desató esta maldita crisis cuya culpa, a ojos vista, la tuvo el sistema financiero mundial, ya no pude dormir tranquilo. La gente comenzó a mirarme mal y llegó un momento en que no me atrevía a decir a qué me dedicaba. Ni siquiera me atrevía a hacer constar mi profesión en cualquier cuestionario que tuviese que rellenar, por ejemplo cuando me casé. En el registro civil me ordenaron cumplimentar un impreso para enviar a no se qué organismo y cuando puse mi profesión el funcionario de turno me lo quitó de las manos de malos modos y se lo guardó mientras murmuraba no sé que cosas. Llegó un momento en que comencé a temer por mi seguridad y fue cuando tomé la determinación de cambiar de trabajo. Ahora soy barrendero. Es mucho más sacrificado, dónde va a parar, y es cierto que gano bastante menos, pero por lo menos vivo tranquilo y la gente me saluda con una sonrisa cuando pasa a mi lado.





 
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