Mis vacaciones con Bogui - Marian Muñoz



                                              



Hola Prima:

No sé si te acuerdas cuando hace unos meses te comenté que este año mis vacaciones iban a ser en casa porque me tocaban en Agosto, y los precios de hotelitos rurales o posadas de zona playera en ese mes son demasiado altos para mi bolsillo de funcionaria, pero tú me dijiste:

-¡Cuánto me alegra lo que me dices! Precisamente en Agosto tengo un curso de Inglés en Malta, y estoy buscando a alguien que me cuide la casa, me riegue las plantas y dé de comer a mis peces. ¿Qué te parece si eres tú? Tan sólo tendrías que conseguir un vuelo lowcost y te plantas aquí en un santiamén, disfrutando de sol y playa durante todo el mes.
-¡Ay qué me dices! ¿De veras me dejarías tu casa? Dime que estás hablando en serio y ahora mismo me pongo a buscar un vuelo baratito para viajar a Torremolinos.
-Que sí que sí, quien mejor que tú para dejarte mis cosas, eso sí, te ruego encarecidamente que cuides bien de mis peces porque les tengo mucho cariño.

Y así fue como conseguí unas vacaciones tan especiales.
El portero de tu edificio me recibió muy simpático y me dio las llaves de la casa, menos mal que tienes aire acondicionado, que sino no hay quien pare aquí del calor que hace.
Los dos primeros días fueron de aclimatación al sitio, regando un poco tus plantas y echando la comida a tus peces tal y como me habías dejado por escrito, hice algo de compra en el supermercado que me indicaste y además de tomar el sol y pegarme un chapuzón en esta playa tan maravillosa de la Carihuela me di una vuelta por el lugar para ver qué ambiente había por aquí.
La movida empezó al tercer día, cuando al poner la comida a los peces - ¡Ay madre mía! que susto me llevé, ¿pero qué era aquello? ¿Cómo se había metido allí?- No podía creérmelo, tenía miedo que se comiera a los peces tan lindos que nadaban en el acuario, ¡Menudo monstruo!, así que inmediatamente te llamé por teléfono a pesar de que la conferencia me iba a salir cara, pero ¿Qué iba a hacer con aquello?

-Oye siento llamarte ahora pero es que en tu acuario hay un bogavante azul y te juro que no sé cómo se ha metido ahí ¿Qué hago?
-Jajajajajajajaja, que no es un bogavante, es un cangrejo azul y no tengas miedo que se lleva muy bien con mis peces.
-¿Y qué le doy de comer?
-Come lo mismo que ellos, ¿pero no lo habías visto antes? Lleva ahí desde bien pequeño y lo único que hace es esconderse detrás del filtro, pero es inofensivo.

Menos mal que por teléfono no me viste la cara de tonta que se me puso cuando te reíste de mí, pero me costó sobreponerme del susto que me pegó Bogui, porque tú dirás que es un cangrejo, pero a mí me parece que es un bogavante camuflado y le he bautizado con ese nombre.
Debí de caerle simpática, porque cada vez que me acercaba al acuario a darles la comida él se ponía pinzas arriba y bailaba una danza extraña que me hacía reír, llegué a pensar que me quería compensar por el susto que me dio aquel día. El mirar la pecera era mejor entretenimiento que ver como daba vueltas la ropa en la lavadora o los programas cutres que hay en la tele por el verano.

Siento que no hayamos podido coincidir en el piso y echarnos unas risas a costa de Bogui, pero mi vuelo sale justo cuando llega el tuyo, así que te dejo esta carta para agradecerte el haberme permitido pasar unas vacaciones tan geniales con sol, playa y sobre todo la grata compañía de Bogui, le dejo la llave al portero y espero que encuentres el piso en orden.



P.D. Estaremos en contacto y si el próximo verano nos coinciden las vacaciones no te preocupes que gustosamente cuidaré de Bogui.



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