Íbamos recorriendo en automóvil la orilla este del río Verlag,
despacio, disfrutando del bello paisaje, la primavera estaba en pleno
apogeo y los campos cultivados animaban la vista con tan variado
colorido. El sol había amanecido temprano e iluminaba nuestro
camino, haciendo resaltar aún más la belleza de aquellos pagos,
hasta que tropezamos con un campo lleno de caléndulas,
amarillas, azules, blancas, e incluso las había tornasoladas. No
pudimos resistir la tentación, bajamos del coche y comenzamos a
pasear entre las flores, el río estaba muy cerca, y al alborotar a
nuestro paso los pétalos de las flores, levantaron vuelo cientos de
libélulas, una nube de
ellas se nos acercaban con sus leves zumbidos, divertidas por ello
pudimos apreciar con horror al aproximarse que se trataba de tábanos.
Corrimos todo lo que pudimos, pero ellos fueron más rápidos
alcanzándonos en todas aquellas partes que no llevábamos cubiertas.
Eso fue lo que nos pasó doctor.
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