No
sé por dónde empezar. Me cuesta recordar el principio. Tengo mucho
lio en mi cabeza, me vienen recuerdos lejanos, de mi niñez, de mi
adolescencia y juventud, lo último es una fuerte discusión, muchas
voces y golpes. Ahora me encuentro en urgencias del hospital. Hace
rato que no viene ninguna enfermera, ni doctores a verme. Hasta hace
un rato había un deambular de facultativos todos nerviosos, pero ya
no, se fueron con cara de frustración. Sentía el cuerpo como un
estropajo. Ya ni siento, ni oigo nada, pero probablemente se deba a
que me he desmayado. Una vez oí que el cerebro era muy inteligente,
que cuando sufrías un gran traumatismo, desconectaba. La verdad es
que yo creí que sería un simple chinchón, pero ha debido ser algo
más serio.
Ernesto ésta vez ha cumplido
con su palabra y me ha matado con esa gran paliza. Creo que estoy
muerta, o es lo más parecido a estarlo. No puedo moverme y lo único
que puedo sentir es un frío enorme. Mañana hablaran de mí en las
noticias, seré un número más de violencia de género. Nunca creí
que fuese capaz de llevar a cabo su amenaza. No puedo descansar en
paz pensando en el trauma que sufrirán mis hijos. Si realmente mi
cuerpo está muerto y mi mente no… ¿cómo se hará para ser un
alma en pena? Tengo todo el tiempo del mundo para descubrirlo y
hacerle la vida imposible a mi asesino.
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