Tras
un largo recorrido por el desfiladero llegamos por fin al pueblo,
encima de la colina se encontraba la casa de Pedro, mi amigo, quien
nos estaba esperando con los brazos abiertos y un buen plato de pan
con chorizo, jamón y queso. Dimos buena cuenta de ello debajo de la
panera,
y entre bocado y bocado no podía dejar de admirar el asno que tenía
atado al arado,
no
paraba de recordar las palabras que Juan Ramón Jiménez dedicó a
Platero “Es
un burro pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera que se diría
todo de algodón, que no lleva huesos”. Tal
cual lo veía yo, así que no paré de hacerle fotos para
inmortalizar el momento.
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