Tenía la tv
puesta y le di volumen porque los vecinos de al lado se habían
puesto demasiado cariñosos. No es que me importe, pero las
habitaciones de un hotel son como de papel y no tengo por qué
escuchar obscenidades.
Eran las doce de
la noche cuando empezó la tormenta. Al verse el primer rayo el
trueno se escuchó lejano. Se fue la luz. Vino otro rayo, el trueno
esta vez sonó encima del hotel y fue como si tuviese eco, pero no,
aquello había sido un disparo camuflado con la tormenta. Sí un solo
disparo. Por supuesto que sé distinguir un trueno de un tiro.
Seguidamente
escuché el grito de una mujer que provenía de donde oí el disparo.
No soy curioso, pero creí que alguien podría necesitar ayuda en la
habitación contigua. Me asomé al pasillo desde la puerta de mi
cuarto vi alejarse corriendo a una figura oscura, no pude distinguir
si era hombre o mujer. Lo perdí de vista al llegar a la escalera, no
usó el ascensor. Luego volvió la luz y me asomé a la habitación
405.
Había mucha
sangre en el cabecero de la cama y en la pared. El hombre yacía
sobre la mujer. Lo moví por si ella aún respiraba, Comprobé que
no, que los dos estaban muertos de un solo tiro. Entonces les llamé
a ustedes.
Le juro que no
toqué nada, bueno sí, al señor, como ya le expliqué, pero fue un
movimiento hacia arriba y en las mismas lo dejé caer. No sé nada
más, lo siento. Lo único que tengo por seguro es que ese señor
ya no estará más sobre la novia de nadie y sí bajo tierra.
Perdone ésta observación pero cuando estoy nervioso me sale el
sarcasmo. ¿Oiga por qué me pone las esposas? Esa pistola no es mía,
no tengo ni idea de quien la habrá tirado en el contenedor de
basura. ¡Quiero un abogado!
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