Busco piso de alquiler - Pilar Murillo



Ser nómada en una jungla de asfalto, cada cinco años hacer maletas, llenar cajas con tus enseres, firmar papeles, reunir el doble de dinero para pagar una fianza, a veces el triple, si es por agencia. Busco piso de alquiler nuevamente, que esté céntrico, amueblado y económico. Luego ya veré si lo comparto… En un mes me tengo que ir de este que no está nada mal, pero los dueños lo necesitan para su hija y me tengo que largar, sí o sí.
Recorro todas las estancias, miro a través de las ventanas, de cada una de las tres habitaciones y salón. A un lado el parque, al otro lado el patio.
Si pudiesen hablar estas cuatro paredes… ¡la de historias que nos podrían contar! Y vamos a pensar que son buenas todas ellas, nada de cuentos de terror… Pienso que cuando entras en un piso de alquiler, si no le pintas las paredes aun guardan vibraciones y energía del anterior inquilino.
Este piso ha podido sentir el amor, la pasión y también el aborrecimiento, el desdén. Cinco años da para ver amor, desamor, broncas y reconciliaciones. Llantos de bebes, desvelos, jóvenes que estudian en la madrugada con una taza de café bien cargado, al lado. Otros jóvenes que estudian y se mantienen despiertos a base de pastillas que al final los desquician y rompen platos, estanterías. Estudiantes que no estudian y comparten piso, que no ayudan a limpiar y sí a ensuciar… Compartir es complicado.
Busco un piso de alquiler que con mi pequeña pensión me pueda permitir vivir sola y reconocer el terreno, amoldarlo a mi personalidad. Cubrirlo de mi olor, marcar mi territorio, poder dormir y soñar a gusto, sentir que es mío porque lo pago. No voy a hablar de lo caros que están los alquileres, si es justo o no que el ayuntamiento no me de subvención para poder pagarlo, no voy a hablar de las advertencias de sus dueños de que no estropee el piso, después de que otros se lo hayan destrozado. Estar en el lado del inquilino o del dueño, a veces resulta difícil e imposible de imaginar. Yo sólo quiero sentirme en mi hogar, porque lo voy a pagar, a pesar de que será duro comer y pagar facturas al mismo tiempo. Mi madre me enseñó que lo primero es pagar las deudas y luego si sobra ya puedo comprarme comida. No debería ser así, porque lo primero en un ser vivo es alimentarse, pero los valores que mi madre me ha inculcado son de ese modo y los tengo muy dentro, con raíces profundas.
Estoy señalando en los anuncios del periódico los posibles pisos que quiero visitar, pero creo que me voy a quedar con uno con vistas a la ría, pasa el tren por detrás, eso lo hace más barato.

En el caso de estresarme siempre me puedo relajar imaginando la vida de esos viajeros que la mayoría van a estudiar y a trabajar, viajeros diarios, ajenos a mis pensamientos. Sí, me gusta la idea de alquilar éste piso, me recuerda a alguna película clásica. Voy a llamar ahora mismo, luego iré recogiendo mis enseres personales y si hay suerte, diré adiós a mi actual vivienda. La echaré de menos al principio, porque es demasiado tranquila.



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