Me
quedé parado frente a la puerta del Café Lord Byron. Desde la
puerta veía perfectamente el cartel pero no me atrevía a entrar.
Escudriñé entre los clientes por si veía algún rostro conocido.
¿Por qué me da vergüenza? No era culpa mía. Reuní todo el valor
del que fui capaz y decidido me dirigí hacia la barra. "Buenos
días Guti, ¿Me pones por favor un Café
Pendiente?"
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