Un caballero de cara a la galería - Pilar Murillo


                                                  


Yo veía a Celia para tomar café después de que se casase con Fran. Celia era una joven alegre, aficionada a contar chistes y Fran daba el aspecto de ser todo un caballero. Poco a poco fue cambiando la historia. Primero noté el cambio en Celia, ya no se reía tanto. Después que a alguna cita venía su marido y él ya no era tan amable, conmigo sí, a Celia la humillaba. Luego las citas del café duraban sólo media hora. Un día me atreví a preguntarle si le iba bien en su matrimonio, pero me contestó tan mal y se enfadó tanto que dejamos de vernos. Un año después de nuestra última cita de amigas supe por las noticias que Fran le había dado tal paliza que casi la mata. ¡Maldito troglodita de mierda! Ojalá nunca salga de la cárcel.



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