Troglodita - Marian Muñoz


                                                


Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, pero la educación decrece a marchas forzadas, decía Don Jacinto, un señor de los de antes, esos que derrochan una galantería trasnochada, según se mire. A todo el mundo trata de usted, da las gracias o lo pide todo por favor, por no hablar de ofrecerse a ayudar a las señoras a cargar con las bolsas de la compra o cederles el asiento en el autobús.
Todo un caballero, que diría mi abuela.
Pero se topó con el vecino del quinto, un muchacho un poco brutote, buena persona pero parco en palabras y escasos modales. Ni los buenos días le daba, ni siquiera un saludo mañanero, así que Don Jacinto le llamó el Troglodita del quinto, y para los restos se quedó con el apodo.
Cuando al cabo de un tiempo se enteró de que todo el barrio le llamaba Troglodita, preguntó quién se lo había puesto y el porqué. Nadie supo decirle, andaba en boca de todos pero desconocían al autor del mismo.






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