Tres mil cuatrocientos - Marián Muñoz Suárez


Tras casi tres años en el paro, Toni había cambiado mucho, ya no era el muchacho del que me enamoré y con el que luego me casé. Su carácter se había agriado y su paciencia esfumado, estos últimos meses parecía un alma en pena por casa, sin afeitar, sin vestir, menos mal que al menos se lavaba. Casi todo el día pegado al televisor mirando pero no viendo nada, porque nada le interesaba. Empezaba a preocuparme que esta racha durara más de lo que pudiera aguantar y se hundiera en una depresión de la que fuera difícil salir. Al principio no paraba de enviar currículos a diferentes empresas, acudir a entrevistas y visitar a amigos y conocidos por si sabían de algún trabajillo para él, pero la crisis ha sido implacable y para alguien con su cualificación era aún más difícil una salida laboral.

Por suerte mantenía mi trabajo y con mi sueldo nos podíamos apañar, eso sino salía algún gasto extra, pero de momento no nos iba mal.

No me atrevía a exigirle que llevara la casa en mi ausencia, que hiciera la compra, cocinara o hiciera las camas. Temía que se hundiera aún más, sólo pensaba que si me hubiera pasado a mí, si fuera yo la que estuviera sin trabajo, seríamos más felices porque a fin de cuentas, todo lo relacionado con el hogar me encanta y no llevaría tan mal lo de estar en casa.

Intuyo que algo empieza a cambiar, se ha comprado un Iphone 7, y le noto más animado, se ha pasado dos días con el aparatito y un librito, estudiando cómo funciona, dice que gracias a él su suerte va a cambiar. Casi no lo deja ni para dormir, ya no ve la televisión y su aspecto ha mejorado, le veo más alegre, incluso sonríe, es posible que después de todo consiga un trabajo.

Estamos a jueves y lleva desde el lunes con ese chisme a todas horas, me estoy empezando a preocupar, porque aunque le veo de mejor talante y más jovial, eso de estar continuamente mirándolo, no sé si será perjudicial. Estamos cenando y charlamos, bueno, yo con el móvil porque él se esconde detrás y no sé ni que cara pone. Me aseo en el baño al acostarme y va detrás de mí, mirándome, bueno quien me mira es la pantalla del móvil, y Toni ahí detrás. Me acuesto y más de lo mismo, él me sonríe, lo sé, aunque se esconde y no sé porqué, en fin, espero que sólo sea la ilusión de la novedad y se le pase pronto.

En la mañana del viernes me acompaña mientras desayuno, cosa rara, pero él dale que te pego con el dichoso móvil, mientras preparo el almuerzo para llevar al trabajo, casi lo mete en mi fiambrera, creo que se está pasando un pelín. Lo más asombroso es que cuando llegué por la tarde, cansada de pasarme todo el día fuera y tras una dura jornada de trabajo, abro la puerta de casa y veo que la mesa del comedor esta vestida para cenar, el fulgor de las velas relumbra en la vajilla de las celebraciones, un rico aroma sale de la cocina, y mi amor sale a recibirme escondido tras el Iphone con un efusivo recibimiento. Aún con el cansancio, no dejan de emocionarme sus atenciones y a pesar de tener la dichosa pantallita delante, le doy un voto de confianza y me dejo llevar. Una cena romántica a la luz de las velas con sabor a pizza, no me lo esperaba, ¡al menos era mi pizza favorita!, todo un detalle por parte de él, ¿o del móvil?, ¡Pero qué cosas pienso!

A continuación me coge de la mano, me lleva al dormitorio donde se oye una música suave, las velas apenas iluminan la estancia y un aroma a sándalo nos rodea. Sigo dejándome llevar, a pesar del cansancio, hace mucho que no teníamos un acercamiento íntimo, y la verdad no sé cómo va a resultar, sobre todo porque sigue escondiéndose detrás del móvil. Tras unos instantes de duda, se deshace de él y con delicados movimientos me va despojando de mis ropas y de las suyas, como en nuestros primeros tiempos, despacito y con cariño, se fundieron nuestros cuerpos y vibraron al unísono. Fue fantástico, no me daba cuenta de cuánto añoraba al Toni de siempre. Tras descansar de tanta agitación, se levanta en dirección al móvil, lo vuelve a mirar y se va a otra habitación.

En fin, parecía todo tan perfecto, es evidente que el cambio ha de ser gradual y no de sopetón.

En la mañana del sábado fui a comer con mis padres y por la tarde me acompañó Toni hasta el supermercado para hacer la compra semanal, bueno Toni y su móvil, porque ¡caramba, no para de mirarlo! Hasta la cajera le puso mala cara, no sé cómo acabará esto, yo que tenía esperanzas de que fuera a cambiar algo, espero que no lo haga para mal.

Por la tarde nuevamente preparó otra velada con velas, pétalos de flores y música para bailar muy pegados. E igual que el día anterior, terminamos disfrutando más aún si cabe.

El fin de semana fue un trasiego de limpieza, tareas domesticas y aquí te pillo aquí te……. En fin, que al menos ese pedacito de tecnología me hizo un poco más feliz que otros días.

Es lunes, de la que voy al trabajo me parece estar levitando por la calle, la gente me mira y me sonríe, a pesar de estar el cielo gris, noto que las personas se comportan más amablemente, incluso el conductor del autobús me ha guiñado un ojo al pasar la tarjeta por el lector.

Al entrar por la puerta de la oficina, viene Laura hacia mí, me agarra por un brazo y me mete a empujones en la sala de ordenadores.

  • ¿Pero qué quieres que te despidan? Me dice ella.
  • ¿Por qué, es que vamos a tener un ERE? Le digo yo.
  • No, pero como lo sigas haciendo te van a ver todos y te van a poner de patitas en la calle. Me dice sofocada y casi se le salen los ojos de las orbitas.
  • ¡Espera un momento, no tengo ni idea de qué me estás hablando!
  • Lo de la página web.
  • ¿Qué página web?
  • ¿Pero es que no lo sabes?
  • ¿Saber el qué?

Saca su móvil del bolsillo del pantalón, rebusca entre todas las pantallitas esas (ya pienso que hay un virus que hace a todo el mundo escudarse detrás de ellos), y me enseña un video en el que se ve en penumbra a una pareja haciendo el amor.

  • ¡Dios mío Laura cómo me enseñas eso! Le digo indignada.
  • ¡Mira mejor, fíjate bien! Me dice la muy cochina.

Me fijo mejor, y casi me desmayo, esa que gime, se contorsiona y grita, soy yo, se me ve perfectamente, y él, es mi Toni, ¡Ay Dios mío!

  • ¿Pero cómo está eso ahí? ¿Y tú como lo has visto? Le pregunto alterada y temblorosa.
  • Mi chico lo encontró, le gusta mucho ver videos guarros para ponerse a tono y luego va como una moto, y buscando este fin de semana, encontró éste. ¿Pero tú no sabías nada de ello?
  • ¡Qué va! ¿Crees tú que iba a dejar que todo el mundo lo viera? ¡Cuántas personas lo habrán visto!
  • Pues espera que miro, pone que ha tenido unas 13569 visitas.
  • ¡Ah que me va a dar algo! Por eso hoy me miraban tanto en la calle y el conductor del autobús me guiño un ojo. ¡Madre mía qué horror!

Un color se me iba otro se me venía, los carrillos de mi cara los tenía encendidos, mis piernas no hacían más que temblarme y mi corazón latía a mil por hora.

  • Pues si no sabes nada del asunto es que alguien te ha grabado sin tu consentimiento, si es así, tienes que denunciarlo a la policía, porque es invasión de tu intimidad, una violación en toda regla.
  • ¡Pero porqué me está pasando esto a mí! ¿Dónde está la policía más cercana?
  • Donde solemos comer el pincho de picadillo, pues girando en la esquina hay una comisaría.
  • ¿Te importa cubrir mi ausencia hasta que vuelva?

Acudí a la policía y puse una denuncia, me tranquilizaron y comentaron que tenían que ir a casa para buscar cámaras y micrófonos, les conté que suele estar Toni todo el día, no habría ningún problema, yo tenía que volver al trabajo.

No sé ni cómo aguanté toda la jornada, se me hizo eterna, Cuando llegué a casa, fue espantoso, estaba todo revuelto y patas arriba las sillas, mesas y el sofá. Busqué a Toni por todas partes y no estaba. Temía que le hubieran secuestrado, Estaba pensando en ello cuando sonó mi móvil, era el Inspector Páez, me decía que no me asustara si la casa estaba un poco revuelta, era culpa de los de la científica que habían acudido para buscar micrófonos y cámaras ocultas, y que Toni estaba en comisaría detenido, pues era el creador de la página web y quien había colgado el ardiente video.

  • ¿Qué, ha sido él el muy cabrito quien lo ha colgado? ¿Pero eso se puede hacer así como así?
  • Bueno, es ilegal si no tiene su consentimiento –decía el Inspector – pero si usted hubiera estado de acuerdo, sería bien legal, además con todos los videos que ha colgado ha logrado casi en una semana, unos ingresos de 3.400 €.
  • ¿Cómo, que ha conseguido ese dinero por colgar videos en su página web? ¿Y que es legal si yo estuviera de acuerdo?
  • Si, así es, de todas formas tiene que pasar por comisaría para ratificar la denuncia, mientras tanto su marido seguirá en el calabozo. Si la ratifica lo enviaremos al penal de Alcántara hasta el juicio, y si la retira lo pondremos en libertad.
  • No, no, de libertad nada, ¿Cuánto tiempo tengo para pasarme por ahí? Tenga en cuenta que he de recoger mi casa y limpiar toda esta chapuza.
  • Cuarenta y ocho horas puede estar detenido antes de pasar a disposición judicial.
  • Bien, pues pasaré por ahí, pero hoy no va a poder ser, ¡que sufra ese mamón por lo que me ha hecho!

¡3.400,00 euros, no los gano yo en un trimestre y él lo ha conseguido en una semana! ¡Será posible! Con ese dinero podría hacerme la depilación por laser, ir al solárium y pasar por el gimnasio para no estar tan fondona y dar mejor imagen en pantalla. ¡Ay pero en que estoy pensando! Si es que este capullo de Toni me ha trastornado del todo, ¡pues que espere en la cárcel! Se lo tiene bien merecido. Pero con mi sueldo mileurista apenas tenemos para nada y tres mil cuatrocientos euros………. ¡Mientras recojo me lo voy a pensar!




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