El
drakkar*
quedó varado cerca de la costa. Prepararon los færing*
y apresuradamente metieron algunas provisiones y herramientas. La
zona parecía segura, resguardada de las corrientes. Pero quizás en
el alto risco entre los árboles había alguna sorpresa oculta.
No
había tiempo que perder porque el cielo amenazaba tormenta y, aunque
la playa estaba cerca, la vía de agua se había hecho mayor;
peligrando la vida de toda la tripulación.
A
la orden de ‘¡¡Subid a los færing!!’,
todos abandonaron la nave que ya se escoraba peligrosamente.
Remaron
los pocos metros que les separaban de tierra firme y desde la rocosa
playa presenciaron el hundimiento de su hermosa nave.
Apenas
dio tiempo a derramar un par de lágrimas puesto que enseguida otra
voz empezó a dar órdenes:
–
¡Rápido, desembarcad las herramientas!
¡No hay tiempo que perder! ¡O se nos echará la noche encima!
Las
pequeñas barcas habían llegado casi de milagro a la costa,
lastradas por el peso de tripulación, herramientas y la poca comida
que aún les quedaba.
Con
las prisas de llegar a la orilla, habían tirado los sacos contra la
madera de las barcas. Al abrirlos se dieron cuenta de que los cuencos
de esteatita*
se habían quebrado, quedando inutilizables.
Seguramente
la madera de la zona sería lo suficientemente resistente como para
fabricar nuevos cuencos y nuevos utensilios, pensaron casi todos
echando la vista hacia los eucaliptos que se movían al ritmo de la
fresca brisa.
Lo
más urgente era construir unas cuantas cabañas para evitar pasar la
noche al raso.
Mientras
algunos organizaban lo desembarcado, otros, bien armados, salieron de
expedición para cortar ramas y recolectar cañas secas para su
primera vivienda en aquella tierra. Que de momento no parecía
hostil. Que los dioses les guardaran y les protegieran por muchos
soles, rezaban algunos en su mente.
Un
tercer grupo aprovechó sus pertrechos de pesca para capturar algunas
provisiones en aquel mar azul y transparente. Como buenos conocedores
de la mar sabían que no siempre sería así. Que el mar era
traicionero. Y había que estar alerta ante sus embates.
Lo
que pescaran sus compañeros las mujeres lo salarían y así se
conservaría en buenas condiciones para el invierno...
–
¡Lolo! Que te estoy hablando, hijo... Ay,
este niño siempre está en las nubes.
–No
se preocupe, señora. Son cosas de chicos. Yo a su edad me pasaba
horas mirando en los escaparates las novedades de los clicks,
soñando con que los Reyes Magos me lo trajeran todo.
El
dependiente guiñó un ojo al chico, que sonrió al sentirse
comprendido. El crío suspiró y, echando una última ojeada a aquel
barco que nunca tendría, dijo adiós, corriendo detrás de su madre
que ya se encaminaba hacia la sección de calzado femenino. Mientras,
en su cabeza seguía la historia del desembarco de sus menudos
vikingos.
Drakkar:
Nave
escandinava, grande y muy veloz, de reducido
peso y poco calado, usada
entre el 700 y el 1000 d.C., en la que navegaban los piratas
vikingos.
"Dragón",
en singular, era "dreki";
en plural, "drekkar",
de manera que "drakkar" es
deformación de lo que significaba "dragones",
"mascarones", o bien "barcos".
Færing:
Embarcación
abierta con dos pares de remos, muy común en la tradición de
construcción naval en el oeste y norte de Escandinavia.
Esteatita:
Variedad de talco compacto, granular, blando, suave y de color
grisáceo o verdoso. Entre sus usos está la fabricación de
utensilios de cocina. La piedra de jabón ha sido popular desde la
Edad de Piedra ya que es fácil de tallar y de fácil limpieza.
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