El clan de Hakon estaba asentado en
algún lugar de la costa Atlántica,. No tomaban las armas desde
hacía años, excepto para la defensa propia. Se habían vuelto
sedentarios, dedicándose a la agricultura y a la pesca. Aún
continuaban teniendo buena flota de drakkar que en otro tiempo fue su
mayor y preciada arma para las contiendas en el mar. Ahora los
barcos eran utilizados para la pesca o en el caso de los más osados
descubrir nuevos mundos, o para comerciar por los distintos
territorios.
Stymir, un viejo guerrero, hijo de
Hakon, llevaba barba larga y frondosa, así como pelos largos y
grises. Sus años le pasaban factura en las heridas de guerra. De
aquél bárbaro guerrero sólo quedaban las secuelas, por eso su
apoyo era una gran vara.
Ahora, en noches como en las que se
celebraba la fiesta de la cosecha, Stymir se dedicaba a contar de
forma oral las grandes batallas navales, los ataques a otras tierras
para apropiarse de sus botines.
Aún había clanes que actuaban
cruelmente en otras provincias limítrofes y cuando el rumor se
propagaba como un virus, el jefe debía estar en guardia junto a
todos los que pudieran mantener una espada en su mano o lanzar hachas
voladoras.
Los clanes a veces se unían, en
tiempos lejanos sólo estarían juntos por cobrar más fuerza a la
hora de enfrentarse al enemigo o a las víctimas.
Se decía queThorlief, hijo de de
Torfi, se había auto-proclamado rey de las tierras del oeste, que
poco a poco iba tejiendo la tela de araña hasta sitiar a los Hakon,
Ari un adolescente de apenas trece años
escuchaba muy atento a Stymir la narración de cómo Einar, un
valeroso vikingo, se enfrentó a un oso de tres metros sin recibir ni
un solo zarpazo. A la vez que Stymir relataba con asombrosa maestría,
cuentos y hazañas que pasaban de generación en generación, Helga,
una niña muy extrovertida, no le quitaba la mirada y la sonrisa al
joven Ari. Cuando Stymir dio por finalizada la velada, se le
acercaron mujeres y hombres a felicitarle. Ari aprovechó para
seguir los pasos de Helga, que se alejaba discretamente entre risitas
de la reunión de los adultos y se fue al lado del establo de sus
padres, donde buscó un buen tronco para sentarse. Al lado de la
jovencita se acomodó Aris. Helga le dio un beso en la mejilla por
sorpresa y seguidamente le revolvió el pelo y le dijo:
-¿Mañana al amanecer comienzas tu
iniciación?
-Eso no son temas para tratar con
una mujer.
La niña sonrió y de un salto se
puso en pié para decirle:
-Olvidas que soy la hija de la
segunda generación de los Lief. Me han enseñado a luchar con espada
casi desde que nací.
-Aún así eres mujer - le
respondió él -yo me uniré a ti y seré quién vele por tu
seguridad.
-No soy uno de tus hermanos para
que me jures lealtad - le espetó ella dándole la espalda, cuando de
pronto vio como tres figuras salen del monte cercano y se abalanzan
sobre ella.
Al muchacho le dieron un golpe en
la cabeza y a ella se la llevaron a la fuerza, tapándole la boca.
Tan sólo dos minutos después Ari se despejó de la agresión y
corrió a mirar hacia dónde se habían llevado a Helga. Vio desde el
acantilado próximo como un drakkar se alejaba. Parecía un barco de
un clan desconocido. Aris llamó a todo el clan y le explicó al jefe
lo sucedido con su hija.
Eigil, hijo de Grim, era el responsable
de la seguridad del clan, sin embargo no había podido proteger a su
propia hija.
Enfurecido corrió a su casa, sus
hombres le siguieron. Al rato Eigil sale con su casco, su escudo, su
espada y cuchillo, hachas.... Un grupo de cuarenta hombres fueron a
sus casas e hicieron lo mismo, a éstos les imitaron otros veinte,
así hasta formar una cuadrilla y bajar al puerto ysubir a uno de los
drakkar.
Ari se coló en la embarcación, a
pesar de que le advirtieron de que no era su momento para luchar.,
pero el muchacho estaba convencido de que esa era su prueba para la
iniciación.
Los remeros iban abriendo paso a un
ritmo vertiginoso. Enseguida avistaron el barco del enemigo, cuyo
estandarte que ondeaba era claramente el de un clan de los que
continuaban siendo bárbaros. El clan de Hakon se aproximaba más y
más al enemigo que portaba a la niña secuestrada.
Las dos embarcaciones ya situadas
paralelamente, lanzaron cuerdas de un lado al otro y comenzaron a
luchar como si estuviesen en un campo de batalla. Ari se las
ingeniaba para serpentear espadas, hachas, deslizándose como un pez
en el barco del enemigo. Liberó a Helga de sus ataduras. La niña lo
miró a los ojos con cara de odio y arrebatándole el cuchillo,
empujó al muchacho hacia un lado y seguidamente lanzó el arma hacia
un cerdo baboso que venia con malas intenciones. La joven se hizo con
unas cuantas hachas y Ari sacó su espada, ambos mano a mano se
fueron abriendo camino para regresar al drakkar de su clan, una vez
recuperada la muchacha. El arquero lanzó unas cuantas flechas con
fuego al drakkar enemigo mientras tres hombres se encargaron de dar
hachazos a las cuerdas que los unían.
Eigil abrazó a su hija, a la que
estuvo a punto de perder a manos de unos sanguinarios, abrazó
también al valeroso Ari pues gracias a su valor habían recuperado a
la futura jefa del clan.
Ari sabía de qué eran capaces
aquellos bárbaros y de no haberla rescatado a tiempo la habrían
sacrificado al dios Thor, pero sin duda, el dios Odin estaba más de
su parte.
Al día siguiente Styimir, el contador
de historias, contaría cómo el joven y valiente Ari había
rescatado a la bella Helga a la media noche.
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