Intentado
alcanzar a su amada Isabel,
Diego
extiende su mano con empeño y anhelo
reposar
a su lado fue siempre su consuelo,
no
llegar a rozarla le parece harto cruel.
En el
blanco sepulcro, emblema de Teruel,
una
flor ha brotado para darles consuelo
y crece
hacia sus manos como buscando el cielo
es del
amor de amantes guardiana y timonel.
Cuando
uno de sus pétalos en intrépido vuelo
aterriza
en sus manos uniendo piel con piel,
fue
justa recompensa a sus luengos desvelos.
Cuando
Isabel susurra, “Te he sido siempre fiel”
un
estremecimiento hizo temblar el suelo
y Diego
fue feliz en su luna de miel.
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