Amantes de Teruel - Rufino García Álvarez







Intentado alcanzar a su amada Isabel,
Diego extiende su mano con empeño y anhelo
reposar a su lado fue siempre su consuelo,
no llegar a rozarla le parece harto cruel.
En el blanco sepulcro, emblema de Teruel,
una flor ha brotado para darles consuelo
y crece hacia sus manos como buscando el cielo
es del amor de amantes guardiana y timonel.
Cuando uno de sus pétalos en intrépido vuelo
aterriza en sus manos uniendo piel con piel,
fue justa recompensa a sus luengos desvelos.
Cuando Isabel susurra, “Te he sido siempre fiel”
un estremecimiento hizo temblar el suelo
y Diego fue feliz en su luna de miel.







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