Creo que mi marido me quiere - Pilar Murillo


                                             


Me ha mandado callar en público montones de veces… pero quizás tiene razón, casi siempre que abro la boca es para decir tonterías. Cuando no está él y nadie me manda callar me siento muy bien y puedo hablar fluidamente.
No puedo ir vestida como me gustaría, pero estoy acostumbrada a vestirme como a él le gusta. Si me pongo un escote él cree que voy provocando, pues no pasa nada, no me lo pongo y evito ver malas caras por su parte, y me lo tomo por el lado positivo, que cuanto más me dé el sol, más pecas me salen.
Antes, cuando estábamos solteros no decía nada porque me pintase, me maquillase, vamos, me arreglase un poco la cara, ahora no puedo ni perfilarme la línea del ojo porque se cree que lo hago para otro hombre, así que voy con la cara lavada y unas gotas de perfume.
A veces no sé qué hacer para agradarle, todo lo que hago está mal para él y me siento tan frustrada… porque creo que soy dependiente de él, lo amo y pienso que en algún momento se dará cuenta que todo lo hago lo mejor que puedo y buscando su aprobación.
Cuando salimos con amigos les habla mal de mi estando yo delante, siento una gran vergüenza, pero seguro que lo hace para que aprenda a ser más a su estilo, como él quiere que yo sea.
Apenas salgo a tomar un café con mis amigas, a él no le gustan como son porque son demasiado modernas por no decir que son unas viejas zorras que es el apelativo que suele utilizar.
Pero yo no me quejo, aunque mi amiga Pepi dice que vayamos a un psicólogo de pareja o que lo abandone, porque me está metiendo en un hueco de donde no voy a poder salir. Pepi no conoce tan a fondo a mi marido, cuando está mal es cuando me habla así de cruel, que si no sirvo para nada, que soy una inútil, que hablo más que cuarenta, que se nota bien que mi educación me la dieron en una cuadra, que si soy mas fea no nazco, que cada vez estoy más gorda y no le llega el sueldo para darme de comer… Pero él si está de buen humor es pura fiesta, me abraza, me dice cosas lindas, no salimos de la habitación en un día entero y yo me siento como en el cielo y me creo que tengo dos maridos diferentes… el ángel y el demonio.
Pero mi marido no me maltrata, nunca me puso la mano encima para darme un cachete, así que él que es más inteligente que yo si me habla como me habla, será que tengo que espabilar y tenerlo complacido porque como él dice… él es el hombre de la casa, el que trae el sueldo y yo no hago nada, bueno me agoto a tener la casa limpia y en orden, pero él dice que eso no es trabajar, debo ser yo que no tengo tanta fuerza como las mujeres de antes, como mi suegra que es una santa y ni la puedo nombrar.
Hablando de mi suegra me entra mucha rabia, porque su comida es mejor que la mía, es cuando me dan ganas de ir a un psicólogo y contarle la angustia que tengo por dentro, la ansiedad que me produce cada vez que viene a vernos. Porque entonces son dos a corregirme los fallos.
Me disculpan? Aprovecho que mi marido se ha ido a jugar una partida de póker para hacer una llamada, no tardo nada, es que me den cita para el psicólogo. Gracias, buenas tardes.






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