Frío - Cristina Muñiiz Martín

                                                     


--¡Ay, qué frío tengo, cari!
--¿Frío? ¡Ven aquí, que te lo quito yo en un momento con un buen orgasmo!
--¿Orgasmo? ¿Qué es eso?
--Pero, nena, me dejas helado ¿a qué viene esa pregunta?
--Pues ya ves, que de calorcillo nada de nada, que más bien ni frío ni calor..bueno, ya me entiendes..
--¿Eh?....espera, espera...¿qué quieres decir con eso?
--Pues que no sé lo que es un orgasmo, cari. ¡Hala! Ya te lo he dicho.
--Más que helado me dejas congelado. ¿Quieres decir que cuando estamos juntos, nada de nada?
--Hombre, tanto como nada de nada... algo si que siento.
--¿Y qué sientes? A ver, dímelo, dime que sientes—preguntó él, dolido en lo más íntimo de su ser, alzando la voz.
--Pues, bien, me siento bien.
--¿Y....?
--Y nada. Que me gusta y eso.
--¿Pero te gusta mucho o poco? --preguntó él, ya visiblemente alterado.
--Mucho, so tonto ¡Ven aquí! que solo quería que sintieras el frío que yo siento con esa manía tuya de no gastar en calefacción.


Quince minutos más tarde
--No sé qué me pasa. No sé –decía él cabizbajo, como si el mundo acabara de hundirse bajo sus pies.
--Se llama gatillazo, cari. Eso es lo que te pasa. Pero no te preocupes, que es normal. Lo que no es normal es que estés tiritando, que no es para tanto.
--¿Cómo qué no es para tanto? Esto nunca me había pasado. Pero claro, con el jarro de agua fría que me echaste, quedé hasta sin sangre. Voy a poner la calefacción.


Media hora más tarde
--Ahora, sí ¿eh nena?, ahora sí ¿qué te ha parecido?
--Que tenemos que poner la calefacción todos los días.





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