Vidas encontradas (capítulo final por Rufino García Álvarez) - Relato encadenado




                                     CAPÍTULO FINAL
                                  Rufino García Álvarez



Lola había visto a su tía observándola detrás del cristal, con un brillo en la mirada, que le heló la sangre. Permaneció inerte, fingiendo seguir inconsciente, pero supo, más allá de toda duda razonable, que su tía deseaba su muerte. Un frío estremecimiento recorrió su espina dorsal ante tal certeza. Sabía que estaba malherida, sin poder mover ni un dedo e inerme ante lo que aquella vieja loca quisiera hacerle. Una inmensa sensación de alivio, al oír la potente voz de Carlos preguntando con tono enfadado “¿Qué hace usted aquí?, ¿Quién la ha dejado entrar?”, fue lo último que sintió antes de volver a desmayarse. Cuando despertó se sintió muy débil, pero empezó a darle muchas vueltas a la cabeza. Todo se le había escapado de las manos y había estado a punto de costarle hasta la vida, de hecho aún corría peligro estando en el hospital. Sonrió pensando en Carlos y en cómo había ahuyentado a su tía y recordó la noche que se acostó con él fingiendo ser Bea, estaba completamente segura que él también lo recordaría de por vida. Volvió a cerrar los ojos y se quedó dormida…

A la mañana siguiente, Beatriz miraba desconcertada a Carlos a la puerta de la habitación de Lola preguntándole qué había pasado. No acababa de asimilar que su hermana Lola no hubiera superado la noche. Tengo la sensación de que tu tía Eulogia, cuando la miró a través del cristal, la asustó mucho comentó Carlos. Intentó decirme algo, abrió mucho los ojos y pronunció casi imperceptiblemente tu nombre, pero la pobre no aguantó, estaba demasiado débil. Bea tuvo una ligera sombra de duda sobre su tía, de cómo la había convencido para ir ella sola al hospital, pero ahuyentó rápidamente el pensamiento de su mente. No tenía ningún sentido. Llamo a Richie para que fuera a acompañarla al hospital y a ayudarla con todos los trámites y papeleos.

Lupino se pasó por el hospital, vio a Beatriz agotada pero tranquila, por fin se había acabado toda la pesadilla. Le preguntó si quería denunciar a Raúl, que era el único que seguía con vida. Bea negó rotundamente con la cabeza. Quería darle una nueva oportunidad a Rebeca de rehacer su vida, ella se lo merecía. Las casualidades no se habían terminado, justo acababa de decirle esa frase a Lupino, cuando un médico se acercó a Carlos y le susurró algo a la oreja. “Raúl acaba de morir también” nos dijo con voz apesadumbrada.

Al mes del funeral de Lola y Raúl todo volvió a una aparente normalidad. Ella y Richie se veían mucho con Sandra y con Carlos y cenaban bastantes veces juntos. Los cuatro se llevaban estupendamente, pero la mala suerte no pensaba darles tregua, ni por un momento. La misma tarde que la tía Eulogia se caía por las escaleras partiéndose el cuello, Sandra y Richie fueron tiroteados en una habitación de un motel de carretera.
Las conclusiones de la investigación de Lupino fueron que se trataba de un ajuste de cuentas entre bandas rivales por un tema de drogas y había sido un lamentable error, se habían equivocado de habitación. Pero eso no les consoló a ninguno de los dos ante la evidencia de que les estaban poniendo los cuernos en sus propias narices. Al menos la tía Eulogia se había muerto feliz y en plenitud. En la autopsia habían encontrado restos de semen de 5 varones diferentes.

El mundo de Bea se desplomó como un castillo de naipes. Todo a su alrededor era muerte y desolación, se sentía como la protagonista de una película serie B, de terror. Sólo salía a tomar algo. de vez en cuando, con Carlos, que era el único que entendía perfectamente por lo que estaba pasando.

Transcurrido un año, nadie en el hospital se sorprendió, después de todo lo que habían sufrido juntos, de la boda entre Carlos y Beatriz. Fue una ceremonia muy sencilla, sin apenas invitados. Esa noche, hicieron el amor hasta la extenuación. Carpe diem.

Beatriz se quedó mirando al techo de la habitación y los acontecimientos de los últimos meses pasaron como una película delante de sus ojos. Por fin, y después de sufrir tanto, había encontrado al hombre de su vida, con quien había compartido sufrimientos, con el que había salido del abismo en que se encontraba cogida de su mano y que la quería desinteresadamente, solo por lo que ella era. Había tenido especial cuidado en no mencionarle, en todo ese tiempo, ni una sola palabra de la herencia. Bastantes desgracias le había traído ya.

Carlos abrazaba dulcemente el cuerpo de Bea. Se estaba enamorando de ella y no podía evitarlo. Faltaba menos de un mes para que cumpliera los 40 años y recibiera los más de 32 millones de euros de herencia que les harían inmensamente ricos. Cuando Lola se lo contó en urgencias, tomó una decisión rápida y calculada. Lola no hubiera sido de fiar como cómplice, es más, él no necesitaba cómplices, por eso la mató. Eliminar a Raúl fue también extremadamente sencillo, él mismo certificó su muerte. No tenía claro si sabía lo de la herencia, pero no tenía sentido dejar cabos sueltos. El asesinato de la tía Eulogia había tenido un punto de creatividad del que estaba especialmente orgulloso. No podía permitir que la tía, llegado el momento, indispusiese a Bea contra él. Librarse de Richie y Sandra necesitó bastante más planificación, pero al final, con la “impecable” investigación de Lupino, no levantó ni la más mínima sospecha. Que Bea terminara en sus brazos fue una simple y calculada consecuencia. Abrazado a ella, la besó con pasión y deseó, con todas sus fuerzas, no tener que llevar a cabo nunca el último asesinato de su plan magistral.







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