Hoy todo se repite.
Parece que fue hace una eternidad pero sólo pasaron seis meses desde
aquel 2 de julio, cumpleaños de Benjamín. Quince , quince años
temiendo ese momento cada día.
Sé que se levantó
nervioso. Desde que lo vi nacer supe interpretar ese guiño de su ojo
izquierdo como expresión de lo que no quería decir , y ese día lo
guiñaba sin parar. Era su cumpleaños .Su padre lo iba a llevar al
trabajo para enseñarle el oficio que, desde que tenía su misma
edad, desempeñaba con gran maestría, muy a pesar mio.
Sabed que
Benjamín,desde muy pequeño, se dedicó a ayudarnos, a su madre y a
mi, en la elaboración de brebajes y amuletos. Sangre, semen, pelos,
dedos, fibras de soga, ropa... traidos por su padre del trabajo, eran
las materias primas de los mismos. Parece mentira pero muchos todavía
creen que la sangre de los decapitados tiene un poder sanador, así
como que su semen, diluido en el cocimiento de las raices de
mandrágora, quita el mal de amores.Y para amores estamos nosotros!!
Los dedos secos, los
mechones de pelo y trozos de tela del traje del ajusticiado, sirven
para las bolsas de cuero, que, llevadas al cuello, dicen que protege
de los peligros que nos acechan. Muchos en esta inculta época .
Por si no lo habéis
adivinado, Benjamín es hijo del verdugo y mi nieto , y el día de su
quince cumpleaños, como es de rigor, lo “celebró” dejando a un
lado su infancia, aburrida y dedicada a las labores caseras
femeninas, para pasar a ser un hombre y hacer trabajos de hombre.
Empieza así el aprendizaje que su padre , su abuelo y otros muchos
hombres de la familia tuvieron antes que él para ejercerlo.
-Vamos Benjamín!!
-Le dice su padre sirviéndole un vaso de vino-Ya eres un hombre. Y
se sirve otro, que bebe antes de que Benjamín reaccione, sin tan
siquiera respirar.
Al salir al aire
húmedo de la mañana su estómago irradia calor al resto del cuerpo
secando sus nervios ante el primer día de adulto.
Antes de llegar a
los calabozos hacen una parada en el mesón para tomar otro vino, que
en el caso de su padre son otros tres, servidos, sin tener que
pedirlos, por su amigo el mesonero.
Al fin
llegan.Benjamín está exultante, bastante mareado pero deseando
empezar y , tras recorrer dependencias oscuras e insanas, llegan a la
sala de torturas.
Como si la viera; es
grande, interior, sin ventanas, de muros de piedra húmeda maloliente
y llena de artilugios nunca vistos por él.
Sabe que su padre
es verdugo pero no sabe, como yo, los pormenores del oficio.A él
nunca le habló de ello, sólo del momento en que le sucedería.
Allí de pie,
mareado, asustado e intrigado, ve entrar un hombre medio desnudo, con
grilletes y cadenas en manos y pies, escoltado a la vez que azuzado
por dos guardias malencarados que, al llegar junto a una mesa, lo
liberan de sus ataduras y tumban sobre la misma, atándole las manos
y los pies a unas cuerdas. Éstas se sujetan a una ruedas que giran
en direcciones opuestas, l e n t a m e n t e, estirando todo su
cuerpo, haciéndolo crujir con dolores inhumanos. Una rueda desde las
manos y otra desde los pies, l e n t a m e n t e....Y justo antes de
que los hombros y las caderas se le descoyunten paran. No para que
deje de sufrir sino para someterle a nuevas torturas .Benjamín más
encogido, vé como su padre examina cada artilugio escogiendo
finalmente uno en forma de pera que mete a la fuerza, entre vómitos,
arcadas y gritos, en la boca del reo para separar sus mandíbulas a
ritmo de manivela . El chasquido de los huesos saliendo del sitio y
los hilos de sangre dibujando la rotura de las mejillas desde las
comisuras, determina el punto final de esta nueva tortura, dando paso
otra vez al potro para , ahora si, descoyuntar las articulaciones sin
ningún miramiento.
Nunca lo vi pero mi
padre no tenía reparos en contárnoslo cuando éramos pequeños y
había bebido más de la cuenta.
Benjamín tampoco
lo soportó, se le nubla la vista , las piernas pierden consistencia
y cae al suelo sin conocimiento, lo mismo que su padre en su primer
día.
Nadie le mira y
vuelve en si antes de lo que hubiese deseado porque siente el
estómago revuelto y, sin poder evitarlo, arroja al suelo el vino, la
bilis , el malestar y la hombría .
Su primer día de
aprendizaje termina bebiendo con su padre y el mesonero hasta que
perdió el sentido. Lo malo es que al día siguiente lo recobró y
tuvo que vivir un nuevo día de aprendizaje y torturas.
Los siguientes seis
meses de preparación son un calco al vivido el día de su cumpleaños
y entre: pinzas,potros, peras, sierras, cuerdas , cadenas, hierros
candentes y brasas se va familiarizando con los métodos más
modernos, pensados para castigar a asesinos, ladrones y blasfemos.
Su primera
decapitación no fue tan traumática como podeis suponer. Por ser la
primera, estuvo celebrándolo casi dos días completos. Tardó más
en recuperarse de los efectos del vino que de la impresión de la
muerte. Menuda borrachera!! casi no despierta.
Hoy Benjamín,
después de estos seis meses de aprendizaje, pasa a ser verdugo
oficial. Ya no necesita aprender de su padre.Sabe todo lo que hay que
saber para ser tan buen verdugo como el.
Se levanta nervioso
pero menos que hace seis meses. Su padre ya está en la cocina con la
botella de vino en ristre esperándole.
-Vamos Benjamín!!-
Le dice sirviéndole un vaso de
vino--Ya eres un
hombre. Y se sirve otro que bebe sin respirar, antes de que Benjamín
reaccione.
Conozco a mi hijo y
se que está orgulloso de él. Hoy lo veo en sus ojos brillantes. En
cómo lo mira con dulzura, quizás demasiada para lo seco, serio, y
a veces bruto, que se ha vuelto últimamente.
Benjamín se sienta
a mi lado junto al lar .Quiere llenarse del calor necesario para
salir al gélido invierno, mientras su padre entra de nuevo en el
dormitorio.
Estoy a gusto así,
con mi niño al lado. Veo en su cara inocente las luces cambiantes
del fuego. Me hubiese gustado que este momento fuese para siempre,
pero la vida es cabrona y me enseñó que los momentos de felicidad
son muy breves. Tanto como el instante que separa la vida de la
muerte. Porque, mientras Benjamín y yo disfrutábamos de un momento
único, su padre, mi hijo, con una de las sogas que trajo del trabajo
puso fin a su vida colgándose de una viga del dormitorio.Tengo que
decir que no me sorprendió y, muchas veces después de que su padre
desapareciese tan misteriosamente, lo deseé , pues noche tras
noche,cuando ya todo estaba en silencio,también lo oía llorar .
Benjamín ya no me
necesita, se ha hecho fuerte. Aún no sabe que nacer en esta familia
también es una condena de la que cada uno escapa a su manera. A mi
me ha dado por escribir.
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