Le habían explicado desde niño que las líneas de humo blanco en el cielo eran el resultado de la circulación de aviones a reacción.
En su curiosidad buscó información sobre el tema. Los motores a reacción generan un chorro de gases que empujan el avión hacia adelante.
Sin embargo, esta mañana no le cuadraba el asunto.
Desde la alta montaña contempló el techo terráqueo sembrado de estelas que se cruzaban y se volvían a cruzar embadurnándolo por completo.
Gotitas casi imperceptibles comenzaron a llover sobre su cuerpo.
Los cazas silenciosos se afanaban en dejar chemtrails camuflando su huella destructora como si estuviesen realizando un inocente vuelo a reacción.
Nunca te fíes. Observa el cielo.
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