-Este es, Fly.¿te
gusta?
-El que más. ¡Vaya
altura! Guauuuu... Sólo hay que abrir las alas . Volar. Si, Luz ¡
Me gusta!
Luz y Fly se
conocieron no hace mucho en la sala de espera de la consulta del
médico que les trata a ambos. Fly, apocado e introvertido, además
de inglés de nacimiento, tardó mucho en darse cuenta que ella le
miraba. Primero la vió de pasada. Después se fijó en ella y le
gustó. Luego descubrió que sus ojos eran libres y que cada uno
miraba lo que le apetecía en cada momento, sin contar el uno con el
otro. Le hizo gracia esta habilidad. Fly, ya sin disimulo los seguía
tratando de saber a dónde miraban, hasta que se dió cuenta que él
era el blanco de su ojo derecho. Del izquierdo entonces se
desentendió por completo. No lo necesitaba. Sólo con la mirada del
derecho Fly pudo contemplar las chiribitas que le salían de ambos .
Ya no pudieron dejar de mirarse... Ya no pudieron dejar de sonreir...
La llamada de la enfermera rompió sin proponérselo el encanto del
embeleso separándolos momentaneamente...pero, su sonrisa siguió
resonando en su interior.
En esta visita el
médico advirtió un avance significativo en el comportamiento de
Fly. Le ajustó la medicación y le propuso entonces acceder a un
grupo para continuar así la terapia. Fly no contestó pero su
sonrisa lo decía todo. La siguiente semana llegó puntual, como
siempre, y se encontró con cinco jóvenes más. Entre ellos a Luz...
Ya no vió ni oyó a nadie. Ella lo llenaba todo con su gran sonrisa
y su ojo derecho siempre fijo en él. Después de la terapia tenían
reunión social. Se juntaban con otras personas de otros grupos:
Jugaban a las cartas, al ping pong, merendaban... Luz y Fly se
pegaron uno al otro y no se separaron. No comían no jugaban no
hablaban. Sólo se miraban... Sonreían... No necesitaban nada más.
Un día en la
terapia, sin quitarle el ojo a Fly, Luz tenía que hablar de su
infancia. Habló de sus idas a Cuenca. Del Puente de san Pablo. De
sus padres siempre presentes... Habló para él, le contaba cosas de
su vida que quería que él supiera. Fly, recogiendo el guante,
también lo hizo...sin que le preguntasen. Le dijo que le gustaría
volar. Muy alto. Como un pájaro. Alguno sonrió . Luz no. Le gustó
saber que Fly soñaba con separar los pies del suelo. Que le
llamaban así por su afición a lanzarse desde cualquier altura.Ya
tenían de qué hablar en la reunión social.
Luz empezó entonces
por el puente de san Pablo. De lo alto que era... De los pájaros que
se posaban... Del aire que lo movía...Del silencio...Del cielo...Del
sol... Fly la miraba embobado. Veía lo que contaba. Reía sin saber
por qué...
-Fly.... A luz se le
encendió algo dentro - Podemos volar !Vamos a ir¡
-Vale ¿mañana? La
aventura hizo prender en él la llama de la ansiedad.
Todos los
movimientos secretos que Luz tuvo que hacer para poder organizar el
viaje sin que sus padres se enterasen no tienen ningún interés en
el relato pero habría material suficiente para uno nuevo, os lo
aseguro. Fly los apoyaba y también los ponía en práctica con los
suyos, porque en esta historia el, como otros muchos ciegos de amor ,
no veía en lo que se estaba embarcando.
Hoy llegaron muy
temprano a la estación y juntos pusieron rumbo a Cuenca. La familia
de ella era oriunda de esa ciudad y, como Fly ya sabía, Luz seguía
enamorada del puente de San Pablo. Desde muy pequeña sentía
verdadera atracción por él. A esa altura del suelo se veía la
reina del universo pero sus padres tenían miedo. No la dejaban ir
sóla. Ahora no le importa . Fly la acompaña. El sólo pisa el suelo
que ella pisa. Sus almas suenan al unísono...no necesita a sus
padres... El tren desde Madrid les lleva como a niños con zapatos
nuevos. Ilusionados. Mirándolo todo como se mira un amanecer por
primera vez. Extasiados. Así hicieron el viaje. En una nube de
exaltación compartida.
En Cuenca luce el
sol pero corre una brisa fría muy estimulante que les anima a
caminar ligeros en busca del puente.
-Este es, Fly.¿te
gusta?
-El que más. ¡Vaya
altura! Guauuuu... Sólo hay que abrir las alas . Volar. Si, Luz¡ Me
gusta!
Ya en medio del
puente la brisa hace que vibre bajo sus pies. Se agarran a la
barandilla y se dejan despeinar y envolver por un sol que no calienta
pero les anima.
-Vamos a volar ,Fly.
Luz se sube a los
hierros que en aspa cierran la barandilla y la elevan varios
centrímetros del suelo. Fly la imita.
-Fly ¡ abre los
brazos! ¡ mira como vuelo!
Los dos con los
brazos en cruz, al estilo Titanic, se enfrentan al viento . Sienten
la nada bajo sus pies . Los pulmones a punto de reventar. El sol
cegando su visión y las lágrimas de frío y emoción recorriendo
su cara.
De buena gana se
habrían lanzado juntos. Experimentar así la levedad de sus cuerpos
mecidos por la brisa , el sol y el frío. Sentir la desconocida
sensación de libertad ¡ por fin! ... Pero...Luz, llena de sentido
común femenino arrastra a Fly a tierra firme . Hace que reprima sin
darse cuenta sus ganas de volar. Que su sonrisa y su ojo singular
puedan más que su tendencia a la evasión . Y así: sonrientes,
ilusionados, extasiados, en una nube de exaltación , regresan a
Madrid, a sus vidas.
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