Las chicas de la casa del lago - Gloria Losada




Todos sabíamos que la casa cerca del lago estaba ocupada por chicas de dudosa reputación un poco extrañas. Habían aparecido un buen día de repente y de repente aquel club viejo y abandonado recuperó el esplendor de antiguos tiempos casi olvidados. No había caballero que no hubiera pasado por allí, a pesar de que unos se tapaban a otros en un secreto a voces. Una noche vi salir humo por una de las ventanas. Era un humo extraño, de color verde brillante, que subía hacia el cielo dibujando extraños jeroglíficos. En un primer momento pensé llamar a los bomberos de inmediato y cogí el teléfono, mas luego decidí acercarme y comprobar por mí misma qué estaba ocurriendo y lo que vi a través de aquella ventana me dejó alucinada. Una de las chicas estaba con mi marido, situados frente a frente a una distancia prudencial. Ella con los brazos extendidos hacia él, ambos con los ojos cerrados y con cara de flipados. El humo salía de una lugar indefinido entre la feliz pareja. Fui al lago, llené un cubo de agua y se lo tiré por encima a aquellos dos. No se inmutaron, parecían seguir pasándoselo genial. Me largué de allí profundamente cabreada, pensando incluso en avisar a la policía, más por el camino me lo pensé mejor. Le pediría aquellas señoritas que me enseñaran su técnica amatoria, a ver si así conseguía reconquistar a mi Eustaquio.






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