Llegó a la casa desfallecida más que cansada.
La fiesta había sido larga, tumultuosa, el ruido aún resonaba en su cabeza como un eco ensordecedor.
Cada año le costaba más asistir a la celebración de la Navidad. Absurda festividad!!
Una cena opípara, bañada en sabores exquisitos y vapores de aromáticos vinos . Comedores engalanados de rojo y oro, de brillos y destellos, desfile de modelos en vestimentas, joyas, maquillajes…y los zapatos!!los malditos tacones que aprisionaban sus pies en una empinada cárcel de charol.
Aunque el reflejo de su porte en el espejo, antes de salir de casa le había devuelto una imagen muy satisfactoria de su figura, aquel corsé oculto estaba oprimiendo su vientre haciéndole temer que alguna tripa acabase saliendo por su boca. La sonrisa forzada y artificial completaba el conjunto.
Fue un alivio abandonar el salón y volver al hogar.
Cierto que nadie la esperaba pero la paz y el silencio que se respiraba bajo su techo era un bálsamo sanador.
Fue desnudándose pieza a pieza, suspiro a suspiro.
Ya sin ropa, respiró con alivio y fijó su atención en la postal navideña que había recibido y que aún no había podido leer.
“Navidad es cualquier día del año en que un hombre se acerca a otro para llamarle hermano y tratarle como hermano ”.Así rezaba la felicitación.
El mensaje fue en su corazón como una mano que le desabrochó otro corsé interior dejando paso a la Luz y a la esencia del existir en el aquí y el ahora.
Y desde entonces comprendió para siempre la fiesta cotidiana de la Navidad.
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