Al otro lado - Esperanza Tirado

                                        



Hoy hace una semana que se fue. Aún no me ha llamado. Le echo tanto de menos... Boliche también. Por las noches se hace un ovillo en mis pies y parece que llora. Yo sí que lloro y bien que se me oye, según la vecina del segundo. Cotilla namber wan.

Ya hace dos semanas. Ni un whatsapp, ni un email, ni un conectar por skype, ni... Nada. Bueno, le dejaré el beneficio de la duda. Tendrá que adaptarse. Y el trabajo y el idioma y la mudanza... Será complicado... Sigo llorando. Boliche me lame.

Veinticinco días sin saber nada de él. Y mira que yo he intentado ponerme en contacto, pero parece que se lo haya tragado la tierra. Vale, que Nueva Zelanda está en las Antípodas, pero digo yo que al otro lado del mundo habrá teléfonos o algo. En su antiguo trabajo tampoco responden.

Sus amigos no me han dicho gran cosa. Los colegas son los colegas. Códigos raros de tíos. No quiero parecer la típica novia desesperada, a la que se llama en primer lugar. Pero es que ya va a hacer un mes. Y su hermana tampoco sabe nada. En su familia están algo confundidos. Su madre cree que ‘donde los canguros’ está tan lejos que para que una llamada llegue han de pasar muchos días más. Bendita ignorancia. A veces me gustaría ser como ella. O como Boliche, que se lame y se queda tan a gusto.

Un mes y tres días. Vale. Calma. En el telediario no hay noticias de terremotos, accidentes u otros otos graves. Así que está vivo y coleando. Lejos. Pero está.
Su hermana me manda whatsapps absurdos. Ella está nerviosa. De vez en cuando quedamos. Llevo a Boliche y los tres nos hacemos compañía y lo despellejamos para pasar el rato mientras compartimos unas cervezas. Buen plan.

Sus amigos saben algo, fijo. El otro día Luis se cruzó conmigo pero se hizo el loco mirando escaparates de ropa. Él. Que siempre va vestido de azul marino básico y clásico de pies a cabeza.

He buscado el nombre de su empresa por Google. Les he escrito un email, pero me dicen que no pueden dar información personal sin permiso del trabajador. Que soy su novia desde hace ocho años... Su hermana también lo intentó. Y nada.

Dos meses. Estoy pensando en irme de vacaciones a Nueva Zelanda. A ver si montada en un kiwi lo rastreo y consigo saber qué narices le pasa.

Bueno. Ya me estoy hartando. Tanto pensar en él y llevo dos meses sin una buena juerga. A la porra, hoy salgo. Y si triunfo, pues mejor. La noche es joven.

Dos meses y un domingo. 11,30 a.m.

Buff... Qué mal me han sentado las cerves. Estoy mayor ya... Vaya fresquete que hacía esperando el bus... Voy a coger un algo chungo...
Anda, una lucecita en el teléfono. Creo que tengo un mensaje de voz...

Esto... ¿Hola? Buenos días, o noches o lo que sea allí. Mira Kika... soy yo... Lolo... Mierda de máquinas, qué difícil es esto... Verás... A ver cómo digo yo todo esto... Bueno... que perdona por no haber dado señales de vida, pero en el curro estaba muy liado. Y entre el viaje y el jet lag y eso... que se me fue echando el tiempo encima.
Bueno, eso, que estoy bien. ¿Qué tal tú? ¿Has vuelto a ver a mis colegas? Que en el curro nuevo estoy de puta madre, pagan un pastón. Me han subido de categoría y todo. Hasta tengo un despacho para mí solito.
¿Has hablado con mi madre? Ayer llamé a casa. Después de tanto tiempo se me puso a llorar, pensando que me habían raptado los canguros o los piratas. Luego mi hermana me echó la bronca. Que por qué no les había llamado antes. Que a ver si eso eran maneras, que mi madre está mayor y se preocupa... Si todo eso ya lo sé, pero te lías, te lías y nunca encuentras el momento.
Bueno, que me acuerdo mucho de ti. Tengo una compañera en la oficina que es igualita que tú, con sus llaveros de muñequitos y sus mochilitas cuquis, como tú dices. Aunque luego es una camionera de cuidado. No sé si tiene hasta novia. Así que...
Hablando de novios y novias,... Verás... las primeras semanas te eché mucho de menos, yo solo en ese piso tan enorme...
En el curro me invitaron a pasar un finde en la finca de uno que vendía motos. Pedazo máquinas, fliparías... Y, bueno, nos caímos bien, me enseñó a montar, me compré una chupa, luego una moto, fui a hacer rutas con él... Y una cosa llevó a la otra... El caso es que ahora vivimos juntos en su finca, arreglando motos... Una pasada... Si alguna vez vienes por aquí seguro que te gustaría todo esto. A Mike le encantaría conocerte.
Siento darte la mala noticia así... Pero, chica, no iba a coger un avión para decirte que te dejo y volver con Mike. Menudo palizón de viaje... ¿Lo pillas, no?
A mi hermana aún no se lo he dicho. Mi madre no está para estas cosas. Si en Navidades voy, quizá Mike no venga. Sería demasiado para ella.
Bueno, chica, que me tengo que despedir... Dale un achuchón a Boliche. Si no puedes mantenerlo, lo llevas a una protectora. Aquí son superprotectores con todos los bichos...
Un abrazo. Y... Perdona Kika... las cosas pasan como pasan... Y...

Y... se terminó la cinta del contestador y me quedé sentada en el sofá, acariciando a Boliche, que me miraba confuso. La borrachera se me había pasado.

¿Qué te parece esto? ¿A que no te lo esperabas? Menudo cabrón. Pues tú y yo nos vamos de juerga. Ponte la correa. Que me hace falta otra cerve.






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