Selfie al más allá - Marga Pérez





Relato inspirado en la fotografía

Estoy de cumpleaños y mi hermana me ha mandado un regalo sorprendente. Un mensajero me despertó esta mañana para dejarme una bonita caja regalo en la que había un billete y un libro “los caminos del viento”. El billete tiene un año de validez y con él puedo escoger varias rutas de espacios naturales para recorrer en globo.
Una tarjeta hacía alusión a mi fama de aventurera:
Para mi hermana mayor, ejemplo vivo de arrojo y decisión en su treinta cumpleaños. Que la edad no te corte la marcha, ¿eh? ¡¡ FELIZ CUMPLEAÑOS!!” Pili
Sin pensarlo coge su móvil para hablar con su hermana:
-Hola guapísima. Pili está al otro lado –Menudo regalazo que acabo de recibir ¡ estás loca! ¡tuvo que costarte un riñón!
-¿Te gustó? Déjate de bobadas los treinta son los treinta y los tienes que celebrar por todo lo alto ¡jajaja! Nunca mejor dicho.
-Me encantó. A ver cuando puedo disfrutarlo porque ando un tanto liada…
Pili la interrumpe
-No vas a ir sola Carla ¡voy contigo! era la otra parte de la sorpresa, así que tenemos que organizarlo de manera que podamos ir las dos ¡no es genial!
-¡Fabuloso! ¡Menuda sorpresa! Si ir yo sola me pareció estupendo ir contigo … es el no va más. Gracias Pili, nunca olvidaré este detalle.
Como las dos tenían muchas ganas de subir en globo encontraron fecha enseguida y se dispusieron a éllo. Prepararon una mochila con la máquina de fotos, unos refrescos y frutos secos para la travesía y atuendo de por si acaso: gorra, chubasquero, anorak. Nunca se sabe con lo que una se va a encontrar a esas alturas. Ah y el palo del selfie, fundamental.
LLegan al punto acordado antes de amanecer para poder disfrutar de la preparación del globo y descubren que no serán ellas las únicas que hoy suban al cielo . Tres cestas situadas estratégicamente en una explanada habilitada para ello, llenan de sombras fantasmagóricas el suelo con sus telas desinfladas, que, como inmensas medusas soñolientas esperan que sea la luz y el aire quienes las hagan revivir.
-¿No percibes algo extraño, Pili? Es como si hubiese alguien invisible con nosotras . Dice Carla en voz baja a su hermana mirando a su alrededor tras la neblina .
-Parece mentira que estés nerviosa Carla, relájate, enseguida amanecerá.
Carla, desde que sus padres murieron en un terrible accidente, siendo ellas pequeñas, percibe presencias paranormales . Quizá su afición por los deportes de riesgo y su huida del silencio tegan algo que ver con este hecho.
-Ven, vamos a hacer una foto antes de que salga el primer rayo de sol.
Se situaron al lado de la cesta, sacaron el palo del selfie e inmortalizaron el momento.
Enseguida cada expedición acomodó a sus pasajeros y los globos empezaron a llenarse de aire caliente haciéndolos revivir bajo los primeros rayos del sol. La mañana se llenó de múltiples colores.
El nerviosismo de la subida impidió a Carla poder disfrutar de todo lo que se iba viendo pero enseguida dio paso a un estado de euforia . El sol fue diluyendo la neblina y ante sus ojos apareció un paisaje estremecedor que poco a poco se iba distanciando de sus pies y del objetivo de su máquina fotográfica. No daban a basto fotografiándolo todo. Hablaban a voces. Se quitaban la palabra una a la otra. ¡Qué locura!
Según se separaban más y más del suelo la euforia fue dando paso al silencio. Llegó un momento en que sólo se oía el ruido del quemador sobre ellas. Carla volvió a notar la presencia de alguien más con ellos, miró hacia atrás y los vió. Sus padres, apoyados en el borde de la cesta miraban alegremente el paisaje. El sol iluminaba sus juveniles miradas. Su madre, casi a la vez que Carla miró hacia ella. Sus miradas se encontraron una décima de segundo.
-¡Mamá! gritó Carla
-Pero Carla, ¿qué dices? Pili la mira sin saber a qué atenerse
-Nada Pili, deben ser que me está afectando la altura, no te preocupes
No volvieron a hablar en todo el viaje. Llegaron a la hora prevista y se despidieron de su acompañante muy agradecidas. Había sido una experiencia fantástica.
Pili vuelve a Asturias y Carla regresa a su vida en Madrid, como siempre, pero ya no es la misma.
El silencio que antes evitaba ahora es buscado con verdadera ansia. Quiere volver a verlos, sentir su mirada, notar su presencia...saber que no está sola.
En una tarde callada, sola frente al ordenador, archivando las fotos de su aventura, descubre una en la que se ve claramente a sus padres detrás de ellas dos posando sonrientes para el selfie.
La guardó solo para si y a partir de aquí, su vida cambia para siempre.

















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