En la calle - Gloria Losada






Pepa y Manoli se encuentran por la calle. Manoli arrastra una carrito de la compra de regreso a casa. Pepa va al salón de belleza.
MANOLI:- Buenos días nena. Tú mucho madrugas para ser sábado.
PEPA:- Qué remedio me queda. Como si no lo fuera. Todo lo que no hago entre semana tengo que hacerlo hoy.
MANOLI: -Bueno mujer, pero tu marido te echará una mano, digo yo.
PEPA:- ¿Mi marido? Ni me lo mentes, que estoy que trino.
MANOLI:- Ay, ¿no me digas que no te ayuda?
PEPA.- ¿Ayudarme? No me da más que trabajos.
MANOLI:- Bueno mujer, no será para tanto. Con lo majo y encantador que parece.
PEPA:- No, si majo y encantador sí que es. Pero lo que es ayudar en casa. Mira, Manoli, ahora mismo lo dejé levantándose de la cama ¿Y sabes qué me dijo? Que se iba a casa del Juanito que a ver si entre los dos arreglaban no se qué.
MANOLI:- Bueno mujer, ¿y por eso te enfadas? Él también tiene derecho a tener sus amistades, digo yo.
PEPA:- Pero cómo no me voy a enfadar, si hace más de un mes que se rompió el portalámparas de la entrada y nunca tiene tiempo para arreglarlo, pero para los demás sí que tiene tiempo. ¿Sabes lo que te digo Manoli? Que esto de la liberación de la mujer es una mierda.
MANOLI:- No, mujer, que va a ser. Cuando Franco era mucho peor, que tú ya no viviste esos tiempos.
PEPA:- ¿Y que tiene que ver Franco en esto?
MANOLI:- Todo, Franco tiene que ver todo, no podías poner un pie delante de otro sin pedir permiso a tu marido, ahora ya estamos liberadas.
PEPA:- Que no me refiero a eso, Manoli. Quiero decir que antes la mujer se dedicaba a cuidar de la casa y de los hijos y ahora se piensa que por trabajar fuera ha conseguido mucho avance.
MANOLI:- Ay hija mía, claro que se ha conseguido. Mira el dinerito que traes a casa.
PEPA:- Ya claro, pero trabajo fuera y encima las tareas de casa también las tengo que hacer yo. Y estoy más harta....
MANOLI:- ¿Y si tienes tanto trabajo en casa para donde vas ahora?
PEPA:- A depilarme, que tengo unos pelos que se me salen por la pernera de las bragas.
MANOLI: (Mirándola con cara de asombro) Uy y eso cómo es hija mía...
PEPA:- Manoli tu eres tonta. Los pelos... de ahí abajo... que me los voy de depilar.
MANOLI:- Ay hija, nunca en mi vida vi tal cosa. Y para qué te molestas si no se ven
PEPA:- Ay Manoli, chica, ni que nacieras ayer. No se ven, pero es mucho mejor para cuando...
MANOLI:- ¿Para cuando qué?
PEPA:- Pues para cuando.... se ponen a trabajar por ahí. Ya sabes.
MANOLI:- Pues no, no sé. Primero te quejas de que tu marido no trabaja en casa y ahora me dices que trabaja ahí. Ahí ¿dónde? Además sigo sin entender para que tienes que depilarte el potorro.
PEPA:- No me digas que tu marido nunca....
MANOLI:- ¿Nunca que?
(Pepa se acerca a Manoli y le dice algo al oído. Al momento Manoli abre mucho la boca y se la tapa con las manos en gesto de asombro)
MANOLI:- Ay hija, si yo siempre creí que eso eran leyendas urbanas, guarrerías imaginarias, qué se yo. ¿Y para depilarte te pones ahí con tus vergüenzas al aire?
PEPA: -A ver Manoli y cómo quieres que me ponga.
MANOLI:- Ay no sé hija, pero no me parece muy decente....
PEPA:- Pues es lo mismo que cuando vas al ginecólogo.
MANOLI:- ¿A dónde oh?
PEPA:- Al ginecólogo, Manoli, que parece que vives en la prehistoria, el médico del chichirrichi.
MANOLI: -Ay sí, que te crees tú que voy a ir yo a enseñar mis vergüenzas por ahí, ni aunque sea un médico, que hay alguno que... no hija no, yo mi tesoro lo tengo tapado y bien tapado.
PEPA: (Mirándola como a un extraterrestre) -Pero que cosas tienes, Manoli, nunca pensé que fueras tan rudimentaria.
MANOLI:-¿Rudi qué? Pues tú desde que vas al club de lectura ese, hablas tan fino que no hay Dios que te entienda.
PEPA:- ¿Te lo parece? Yo creo que deberías acompañarme, a ver si te culturizas un poco, que a veces creo que te has quedado a vivir en la Edad Media.
MANOLI: -Ay no hija mía, ya quisiera yo. Pero la edad media deben de ser los cuarenta ¿no? Y yo ando por los cincuenta y siete.
PEPA:- Manoli, por favor, que la Edad Media es una época de la historia.
MANOLI: -Claro, como mis cuarenta, que ya son historia.
PEPA:- Si claro, y mis treinta, y los veinte de aquella otra. Qué cosas tienes Manoli, de verdad que deberías venir conmigo al club de lectura, que nos los pasamos muy bien y hablamos de muchas cosas interesantes, que estás metida en casa siempre y... no sé cómo no te aburres.
MANOLI:- Aburrirme, aburrirme.... bueno por las tardes si que me aburro un poco, como mi marido desde que se jubiló se pasa las horas en el bar...
PEPA:- Más razón para venirte conmigo a culturizarte un poco. O si no, apúntate a algo, algún curso, de manualidades, o de internet, qué sé yo.
MANOLI:- Ay no, de internete no, que eso es una perdición.
PEPA:- Qué perdición ni que niño muerto. No sabes las posibilidades que te puede abrir.
MANOLI:- Sí, y las piernas, me puede abrir (en un murmullo)
PEPA:- ¿Pero qué has dicho, loca? que yo me entere.
MANOLI:- Que si, nena, que sí. Que el internete ese es una antro de perdición. ¿No sabes lo que le paso a Margarita, la nuera de la Paca?
PEPA:- Pues... no, pero ahora que lo dices hace tiempo que no la veo.
MANOLI:- Qué la has de ver. Si hace más de un mes que se fue a casa de sus padres, en la cuenca.
PEPA.- ¿Y eso?
MANOLI:- Pues el marido, nena, que se le fue con otra. Con una que al parecer conoció por el internete ese, que no sé yo como se puede conocer gente en una pantalla de televisión. Yo siempre pensé que los que estaban dentro de la tele no nos podían ver a nosotros, pero al parecer no debe ser así.
PEPA;- Ay mira que eres tonta, se conocerían en un chat.
MANOLI:- ¿En un qué oh?
PEPA:- En un chat. Es una.... es un... bueno, que la gente se escribe a través del ordenador y conversan.
MANOLI:- (Con cara de circunstancia) ¿Me quieres decir que hablan a través de la pantalla?
PEPA:- Claro, se escriben mensajes.
MANOLI:- Nunca vi cosa semejante. ¿No sería mejor que quedaran en una cafetería? Así se veían las caras y no tenían necesidad de escribir.
PEPA: Bueno y eso que más da mujer. Anda, cuenta, que hizo el hijo de la Paca
MANOLI: Pues eso, que un buen día hizo las maletas y se marchó a... no sé, a Venezuela creo, que ya son ganas también. Y ahí dejó a la Margarita, cuidando de los tres hijos, de la suegra impedida, de las vacas y de un par de cerdos.
PEPA: -Un desgraciado como otro cualquiera Manoli, pero no te creas que la culpa la tinene internet, la tienen ellos, que no saben querer a quién lo merece. Bueno chica, tengo que dejarte que llego tarde al salón de belleza. Ya hablamos en otro momento.
MANOLI: - Sí hija si, ya hablamos marcha, marcha, que ya veo que tienes prisa.

(Pepa sigue su camino, Manoli se queda mirando un rato para ella y luego sigue también su propia ruta)
MANOLI: Ir a depilarse el chichi, hace falta ser marrana. En fin, cosas de la juventud.







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