La
flecha surcó el aire, perdiendo sus plumas al atravesar y romper el
cristal de la ventana del primero, terminando, por suerte o tal vez
puntería, clavada en el mango del martillo, que el chiflado del
tercero, intentaba impactar en el cráneo del portero, librándole de
una buena carnicería y acabar en el hospital, o quién sabe, si
hasta muerto.
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