En el escaparate - Marga Pérez





Hola amigos, otro viernes dispuesto a compartir con todos vosotros mis planes de ocio.

Este finde va a ser algo especial ya que no puedo escaquearme de mi familia . Tengo que dejar la diversión para hablar de cosas serias... como la herencia de mis padres, pero... así es la vida, los acontecimientos mandan y no siempre de la manera que nos gustaría, seguro que lo entendéis ¿ verdad?

Estaré en Valladolid porque no sé a quien se le habrá ocurrido pensar que una casa rural en medio de la nada es la mejor opción para repartir cosas. Apostaría por Javier, el pobre es gilipollas desde que nació. Todavía me acuerdo cuando nos metió en aquel monasterio de clausura de Burgos a disfrutar de una semana de vacaciones en la que coincidimos todos. La verdad es que en mis planes de dieciseis años no entraban precisamente los monasterios como lugar de diversión y seguro que en los vuestros tampoco ¿verdad?. Javier siempre fue rarito , es el mayor y mis padres miraban sólo por sus ojos así que todos tuvimos que sufrir el sarampión místico que le atacó sin piedad a los veinte. Menos mal que al conocer a Flor e independizarse la mística pasó a mejor vida pero el, siguió siendo un gilipollas, lo mismo que Carmen. Ser la pequeña no le hizo ningún bien. Es verdad que nosotros éramos brutos y picoteros, bueno, yo más que Javier, pero no podíamos ni acercarnos a ella, se ponía a llorar y, sin ponerse ni si quiera colorada nos acusaba de tirarle del pelo, pegarle... Con el tiempo yo me convertí en el blanco exclusivo de sus acusaciones, Javier creció muy serio y ya no colaban.

Pero todo esto fue hace muchoooo... Javier y Flor ya son abuelos de su hijo Luis, Carmen, que se casó con un estirado compañero de estudios, tiene dos adolescentes que le hacen la vida imposible y yo, que ya sabeis que siempre disfruto la vida a tope, decidí con Pepi no tener hijos y seguir disfrutándola juntos. Nos casamos hace cinco años sin la bendición de unos y la envidia de otros. ¿A que adivináis de quienes si os digo que Pepi tiene veinticinco años menos que yo y un cuerpazo...? Ja,ja,ja!! me lo imaginaba.

Javier seguro que dijo lo de la casa rural pero fue a Carmen a quien se le ocurrió, además, que acudiésemos todos . No sólo los hermanos, no, también los pegados y los hijos. Como si fuesemos una familia unida ¡la pobre! sigue en su mundo happy y añora lo que cree que alguna vez existió. Hace tiempo le dije que la unión en la infancia no era tal, si no pura necesidad, pero no me cree e intenta por todos los medios "crear lazos", dice ella...pero yo... sólo veo nudos.

Ya con la tortilla en ristre y la empanada en la bandeja del coche salgo con Pepi rumbo a Castilla, la gentil y la bravía, la parda y la manchega...azafranada y polvorienta...visionaria y soñolienta de llanuras, viñedos y molinos...uffff.. salen sin buscarlos. Pensé que por falta de uso Machado había pasado al olvido como otras muchas cosas más recientes. ¿será que me estoy volviendo viejo?...Pepi me lo recuerda cada día con sus minifaldas y su vitalidad veinteañera.

Después de varias horas de camino llegamos a nuestro destino. La casa os la recomiendo si buscáis una cárcel al aire libre, sin más comentarios...Todos están ya instalados. Saludos, besos, abrazos...¡como si nos hubiésemos echado de menos en algún momento!. Mi sobrino Luis está especialmente cariñoso conmigo ¿qué querrá?... pienso con despreocupación que estamos aquí para repartir... por mi se puede quedar con todo, no necesita hacerme la pelota.

Esta primera noche, siguiendo las indicaciones de Carmen la dedicamos a crear lazos, es decir, a comer, beber, cantar, contar chistes y charlar de manera intrascendente. Mañana después de comer nos dedicaremos al tema que nos trajo hasta aquí.

Buenas noches amigos, mañana más.

Hoy sábado, tras una mañana tranquila destinada a no hacer nada, siento que el momento ha llegado.Y como si de una obra teatral se tratase, los personajes que no participan en la escena del reparto hacen mutis por el foro de manera orquestada, con gran alivio por parte de mis hermanos.

Ya sólo estamos los que tenemos que estar. El tono es desenfadado y cordial, diría incluso que generoso mientras tratamos de los enseres de la casa: platos, vasos, figuritas y zarandajas de ese tipo, pero cuando salen a la palestra las JOYAS DE MAMA...y la CUBERTERIA DE PLATA... palpo la tensión, sobre todo en la cara de Carmen y Flor. Pepi es indiferente a lo que aquí se cuece y mira distraida por la ventana. La diferencia de edad también se nota en estas cosas.

Flor reivindica como feminista sindicalista agresiva que siempre fue que las joyas se repartan entre los tres y no que se quede Carmen con ellas por ser la hija.¡ Claro! Carmen arrima el ascua a su sardina y defiende con lágrimas de cocodrilo ladino la parte emotiva y lo que mamá le dijo, sabe dios cuando como y por que, para quedarse con ellas.

Hay tiras y aflojas, reproches por la implicación de cada uno en los cuidados dados a nuestra madre en su larga enfermedad,¡ como si todos fuésemos iguales! Palabras fuertes y tonos que van subiendo el volumen y el malestar de todos sin llegar a proponer nada que nos haga salir del bucle. Busco la mirada jovial de Pepi que no abrió la boca en ningún momento y me doy cuenta que no está. Me levanto pidiendo un receso para ir al baño convencido que es allí donde la encontraré. Necesito un buen achuchón para bajar la presión que metieron las joyas de esas dos melonas. Pero hete aquí que al pasar por la ventana del patio interior veo que el achuchón se lo está dando a Luis. El sobrino que ayer fue tan cariñoso conmigo hoy lo está siendo con ella. Hago como que no veo y sigo mi camino al baño tenso cual cuerda de violín.

El tiempo que paso entre porcelanas es crucial, no os lo puedo explicar y dudo que tenga explicación pero siento por primera vez los 56 años que tengo .Siento también que soy un perfecto gilipollas y tras el impacto que esto supone para mi, me reconpongo lo mejor que puedo y regreso envejecido y envalentonado a la sala de negociación, dispuesto a no perder nada más que la gilipollez que me caracteriza. Me enzarzo con las mujeres y saco de quicio a los hombres pero de la contienda saco la cubertería de plata, un tercio de las joyas y practicamente todos los muebles . Qué queréis que os diga, me siento satisfecho a pesar de la cara de Carmen, no la puede disimular como los demás. Esta noche nos libramos de la creación de lazos y cada mochuelo se va a su olivo sin más. Pepi es la única, me imagino que con Luis, que le preocupa lo de los lazos porque sale de la habitación de puntillas en cuanto cree que estoy dormido.

El fin de semana termina y llega la despedida: besos, abrazos, sonrisas falsas con las mujeres y miradas de "sé lo que hiciste pero no sabes lo que voy a hacer" con Luis. Pepi se sienta en el coche, a mi lado con cara de no romper un plato y yo la imito dándole un beso cariñoso en el cuello. Arrancamos y empiezo ya a planear la venganza, tres horas de viaje dan para mucho porque ya sabeis, queridos amigos, que la venganza es un plato que se sirve bien, bien frío.

Hasta el próximo viernes. Espero impaciente vuestros comentarios.

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