No
es bueno fumar
porros,
ya me lo decía mi madre, pero yo nunca le hice caso hasta que fui
mayor y me vino el juicio. Sin embargo aquel día, nervioso ante la
entrevista de trabajo que tenía que pasar, decidí fumarme uno.
Guardaba en casa un poco de Maria, por si acaso… no sé por si
acaso qué, pero la guardaba. No me sentó bien. Me presenté a
la cita con un calcetín
en la cabeza a modo de sombrero, con mis vaqueros raídos y la
camiseta manchada de pintura. No me contrataron como informático de
aquella importante empresa, pero al lado había un casting para
payasos y no me hizo falta ni hacerlo. Con semejante pinta y
las burradas que solté por mi boca quedaron encantados. Por fin
tengo un trabajo, da lo mismo de qué.
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