Donde las dan las toman - Gloria Losada





    De pequeña sufrí acoso escolar en el colegio  por parte de una niña estúpida que se creía muy guay. Yo era tímida y apocada, pero soportaba estoicamente sus insultos, pues a pesar de mi carácter, en el fondo sabía que yo valía mucho más que ella. El tiempo me dio la razón. Afortunadamente salió pronto de mi vida y volvió a aparecer cuando yo era jefa de departamento de un Ministerio y ella entró como simple funcionaria. No sé si me reconoció, si lo hizo, supo disimular muy bien. Seguía siendo igual de estúpida y tal vez fuera esa misma estupidez lo que hizo que decidiera vengarme de una manera sutil. El día que llegó presumiendo de la maravillosa pluma estilográfica  que le habían regalado por su cumpleaños decidí que pasaría a mejor vida, me refiero a la pluma, claro. Compré un martillo en la ferretería de la esquina, se la saqué del cajón de su mesa (que a quién se le ocurre dejar semejante maravilla en el trabajo) y se la machaqué. Quedó hecha trizas. Al día siguiente ella echó pestes y mientras lo hacía me miraba de reojo. Yo le dije un falso “lo siento” y la miré con cara de pena. Uf, que bien quedé.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario