Una joya musical - Marian Muñoz


                                             Resultado de imagen de violonchelo



Alexander fue durante su vida activa un artista consumado y afamado músico que había levantado pasiones, al interpretar en su violonchelo piezas clásicas de grandes compositores, y gracias a su particular estilo, había logrado hacerlas populares.
Con el transcurrir de los años y debido a su dedicación absoluta a la música, tuvo que usar corsé para soportar el peso del instrumento, como consecuencia, su cuerpo inició una progresiva deformación, al escapar sus abultadas carnes fuera del incomodo corsé.
Dicha deformación le producía tal vergüenza, que no se sentía capaz de tener intimidad alguna con seres de ningún sexo, convirtiendo su carácter, ya de por sí narcisista, en difícil e irascible.
Al ir envejeciendo sus dedos iniciaron un camino hacia la torpeza y no lograba vibrar las cuerdas y emitir el sonido maravilloso que él quería escuchar. Llegado dicho momento se retiró a su finca en el campo, donde estaba alejado de cualquier actividad social al no asimilar dicho cambio.
Deleitaba las largas jornadas disfrutando con la música que fluía de un viejo gramófono. Joya que había heredado de su primer maestro del conservatorio, quien admirado por su gran talento, le creyó digno para conservar su colección de discos y el singular y antiguo aparato.
Tras arrinconar el corsé, prenda a la que tenía una profunda aversión, los dolores fueron creciendo hasta hacerse crónicos. Al final se decidió consultar con un médico para solucionar su problema. Después de realizarle diferentes pruebas y un sinfín de radiografías, el galeno le informó que padecía una enfermedad incurable y mortal, que en poco tiempo le llevaría al otro barrio.
Con gran dificultad consiguió reponerse del susto inicial, reconfortándose en el pensamiento de que alguien que en su mesa de consulta tenía un cenicero lleno de colillas, no era más que el evidente signo anacrónico de la medicina, “haz lo que yo digo y no lo que yo hago”. Reuniendo todo el valor del que fue capaz, hizo caso omiso a las recomendaciones del doctor, y decidió dar un giro a su vida para intentar disfrutar hasta el final de sus días.
Vendió su gran casa en el campo y compró un pisito cerca de la playa. Con gran pesar tiró al vertedero el gramófono con la completa colección de discos, que tantos buenos ratos le había proporcionado, y acercándose a la tienda de deportes más cercana, se compró una caña con la que pasaba largas horas curtiéndose al sol mientras pescaba.
Es probable que el médico no estuviera certero en su diagnostico, o tal vez aquel cambio vital favoreció que su grave enfermedad se adormeciera y pudiera vivir feliz y tranquilo durante muchos años más.
Pero es sabido que las acciones siempre acarrean consecuencias, y quiso el azar que un indigente rebuscando entre la basura del vertedero, encontrara el viejo gramófono junto a la colección de discos. El buen hombre al oír tan delicados sonidos, le sirvió de revulsivo y despertó en sus entrañas un pasado ya olvidado, que en esta ocasión logró suficiente fuerza para hacerle salir del bucle desdichado en el que estaba metido.
Retomó de nuevo aquella vida perdida y casi hasta olvidada. Lográndolo al vender a un alto precio la joya que había encontrado rebuscando en el vertedero y que un coleccionista supo apreciar en su justa medida.
En el transcurrir de nuestras vidas se presentan diferentes oportunidades de cambio, y en nosotros está aprovecharlas o no.











Licencia de Creative Commons

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario