Asustado
por el inesperado ruido de la muleta cayendo al suelo, soltó
impulsivamente la cerilla encendida con la que se disponía a prender
el puro. Quemando el periódico que estaba leyendo.
El
aspersor antiincendios soltó su chorro, terminando empapado y
maldiciendo a la torpe muleta.
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