Las paredes oyen - Cristina Muñiz Martín


                                         Resultado de imagen de monopatín eléctrico

Fermín apareció por la tienda a última hora de la tarde. Sonrió al sentir el sonido constante de la caja registradora. Todos los que esperaban para pagar llevaban entre sus manos un monopatín eléctrico. Al final, había sido una buena idea rebajarlos de 250 a 100€. Al principio tenía sus dudas, pero decidió arriesgarse y al parecer había dado resultado. Buscó a la encargada y le preguntó cuántos llevaban vendidos. Las estanterías están quedando vacías, dijo ella con una sonrisa pícara. Fermín la mandó pasar a su despacho. Era un mal trago tener que despedirla pero si no lo hacía había que hacerla indefinida y eso iba contra sus intereses. Por suerte, Adela, pareció tomárselo bien. Firmó los papeles de la liquidación, le dijo adiós con una amplia sonrisa y se marchó. Fermín se sintió aliviado. Era tan difícil llevar un negocio...Un rato después su cara sufría una transformación. ¡No lo podía creer! Adela había confundido los números. Le había dicho bien claro que pusiera los monopatines a 100€, pero ella los había puesto a 10€. Si no la acabara de despedir la despediría. Mientras tanto, Adela tomaba unas cañas en el bar de su amigo, riéndose de la faena que le había hecho a su jefe, el que imprudentemente, en ese mismo lugar, acordó con su socio despedirla.







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