La neblina del incendio se lo llevó envuelto en el humo. Se acabaron las marchas ágiles y alegres por las sendas del bosque. La cerilla que ocasionó la tragedia no le concedió ni la oportunidad de caminar con muletas. Su espíritu vaga etéreo y eterno entre los árboles. Si sus lágrimas no fuesen suficientes, él convocará a la lluvia y calmará a los vientos cada vez que la tierra arda. ¡Nunca máis!
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