Cosas que pasan - Ángeles Fidalgo

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Hoy Martín, llevaría a cabo su plan para llamarle la atención. Lo único que sabía de ella era que se vestía de la misma forma que se peinaba, muy sofisticada, que siempre llevaba un libro en sus manos, que trabajaba en los juzgados y que cada día se tomaba un café con leche que él mismo le servía a las once y cinco minutos de la mañana.
Preparó un encuentro casual fuera del trabajo. Se hizo el carnet de la biblioteca y sacó uno de los clásicos griegos, eligió el libro más grueso del estante, eso no fallaría. Lo metió en la bolsa de maya de red para asegurarse que ella lo viese.
A las once menos cinco se plantó en la puerta de los juzgados ensayando una y otra vez el encuentro.
La vio aparecer. Iba de la mano de otra chica tan sofisticada como ella y Martín tubo un pensamiento fugaz. Las chicas se despidieron con un beso. Luego ella se dirigió sola a la cafetería y Martín a la biblioteca a devolver el libro.







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