Una historia de amor entre en Renacimiento y la Edad de Hierro - Pilar Murillo




Relato inspirado en la fotografía




Pensaba cogerme unas vacaciones en Grecia, muy vista para mi, pero mi idea no era ir a contar piedras esta vez, si no a ser simplemente una turista. Había sentido la llamada de mi pequeño germen del romanticismo. Había soñado recientemente con algún griego tipo atletico que me servía una copa de vino frente al mar, seguramente que era un sueño producido por estar harta de la soledad. o alguna película mala de esas de los sábados de tarde de Antena 3. Fuese producido por la razón que fuese, estaba empeñada en ir a catar aquél... vino.
Pero aún tenía la carta en la mano en la que me invitaban a hacer unas prácticas en la Rioja. Me díge a mi misma "El griego tendrá que esperar". Para mí era más enriquecedor participar en aquellas prácticas y ver una bodega de vino del siglo XV.
Llegué a mi hotel empapada en sudor. El sol de Agosto estaba dando fuerte y yo había viajado durante tres horas y media sin la parada recomendada.
Después de acomodarme en mi habitación, sonó el teléfono, era el mismísimo profesor Medrano.
- Disculpe que la moleste señorita, sólo me han dado el hotel donde se hospedan los arqueólogos en prácticas, no me han pasado sus teléfonos. Bien, le informo que tengo un equipo de siete personas trabajando conmigo y usted y otros dos chicos serán el equipo en practicas, le he dejado en recepción el mapa orientativo para llegar hasta la bodega. Nuestro horario de trabajo será de sol a sol. A las siete de la mañana ya estaremos trabajando, les ruego estén media hora antes para la toma de contacto. Como lleguen no es importante, lo primordial es que lleguen a la hora indicada. Muchas gracias y hasta mañana.
No me dejó más que decir un par de frases y ya me había colgado. Era importante saber llegar, mejor bajaba en ese mismo instante. a por el mapa.
Amanecí con mucha energía. No me costó nada llegar. Aquél terreno donde se habían hecho excavaciones estaba a media hora de mi hotel. Llegué demasiado pronto, aún no había amanecido. Me volteé hacia el asiento de atrás para recoger la bolsa con mi desayuno cuando dos focos cegaron mi visión. Acababa de llegar otro coche con dos pasageros. Opté por quedarme dentro del coche y comer mi manzana. Mientras observaba alrededor, lo que podía ver con mis focos encendidos. Los ocupantes del otro coche tampoco salieron. A las 6:30 llegó el profesor y su equipo en un 4x4. Empezaba a amanecer. El profesor nos indicó que lo siguiésemos hasta el interior de la bodega. Había que bajar unas cuantas escaleras pero todo estaba debidamente iluminado mediante un generador de electricidad. Se hicieron las oportunas presentaciones y mis compañeros en prácticas subieron hasta su coche a por un anorac, yo era una mujer precabída y sabía perfectamente que aquella bodega era una nevera.
El profesor Medrano nos hizo preguntas sobre lo que veíamos y que creíamos exactamente que era.
- Obviamente se trata de una bodega, profesor. Una bodega de piedra que bien podría ser del siglo XII.

Contestó el compañero, que por su acento ,era Sevillano. Medrano lo dejó boquiabierto con su respuesta., al decirle que se anticipó y nos informó a todos de lo que realmente teníamos la suerte de observar. Se trataba de una sinagoga del siglo XV, un poco átipica pero teniéndo en cuenta que data de la época en que los reyes católicos expulsaron a los judios. Algunos de aquella comunidad judía se quedaron fingiendo ser cristianos pero mantenían en secreto su verdadera religión, Las barricas son más modernas. Podemos observar que en esta de mi derecha aún se ve un año, 1780. Con lo cual de ser sinagoga pasaría a ser bodega o quizás era ambas cosas. Eso es lo que deben averigüar ustedes y sólo tienen tres días." y acabó su conversación.
Sí sólo teníamos tres días demasiado escaso el tiempo, así que me puse a trabajar. A las doce del medio dia hicimos una parada para comer. pero sólo teníamos una hora . Mis compañeros en prácticas y yo, nos juntamos en el exterior, donde hacía un sol de justicia. El sevillano se llamaba Antonio y el que hasta ahora no había hablado se llamaba Peter, era de Escocia. Los tres nos pusimos juntos, apartados un poco del equipo de profesionales.
El sevillano no paraba de decirme cosas simpáticas para hacerme reir, pero me di cuenta que a quien yo miraba era a
Peter, pero él parecía muy concienzado con aprender. En la comida habló poco, solo me dijo que quería trabajar de arqueólogo y aprovechaba el verano a hacer las prácticas. Exactamente lo mismo que yo. Me sentí muy afín a él y decidí ir muy cerquita de él, observando cada piedra, cada arco, me paré en el estudio del arco abocinado.
Cuando acabó el día y salimos al exterior, Antonió me preguntó que si quería cenar con él y le contesté que sí, y con Peter, los tres. Mientras cenábamos, algo había en la mirada de Peter que me obligaba a no quitar mis ojos de él, pero lo bueno fue que era reciproco. Antonio se retiró antes y el escocés y yo nos tomamos solo una copa, lo suficiente para darnos ánimos a hacer lo que cada poro de nuestra piel estaba deseando. Darnos una ducha. Siguió una noche llena de pasión que no tenía nada que envidiar a ningún griego. Peter resultó ser un hombre muy atractivo y estar en aquella tierra de vinos, de historia, de fronteras, cruce de caminos, campo de luchas y encuentro de gentes.
Podría haber quedado tan solo en esa noche, pero tuvimos dos noches más en Logroño y seguimos viaje hacia Cartagena donde compartimos más prácticas con el mismo profesor de la sinagoga de Logroño. En Cartagena aún había mucho que excavar. El teatro romano hacía años que había sido desenterrado pero alrededor aún había mucho trabajo por descubrir. Dado que Cartagena es una ciudad Mediterranea hay una mescolanza de civilizaciones, de rastros de que existiron en aquella ladera de la montaña frente al mar. Estabamos aprendiendo mucho pero tambien teniamos tiempo para nuestras juergas, nuestras noches tórridas que se prolongaron durante el resto del mes de agosto. Pero todo lo bueno se acaba y llegó el día de la despedida.
Nos despedimos y salió de la habitación, yo aún estaba cerrando la maleta y estaba dispuesta a volver a Madrid cuando llaman a la puerta. Era él. Nos fundimos en un abrazo, como si hiciese un mes que no nos veíamos y entonces decidí acompañarle, total a mi nadie me esperaba... bueno tal vez una madre siempre espera que no tardes un mes en llamarla. Cuando aterrizamos y abro mi teléfono... comenzó a sonar, era ella. Está acostumbrada a que viaje por el mundo, pero no a no tener noticias mias.
- Mamá, me tomaré un whisky a tu salud, estoy en Escocia... bye mamá, te llamaré.

















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