En este blog encontrarás los relatos escritos por los participantes del taller de escritura "Entre Lecturas y Café", así como la información de las actividades del club de lectura del mismo nombre.
El vino de La Paz - Dori Terán
Relato inspirado en la fotografía
“!Aviados estamos! “-pensaba con sorna Pilar “¡Vino de la paz, vino de la paz!...¡ de guerra y trifulca lo llamaría yo!”. Los últimos acontecimientos habían revuelto en ella sentimientos adormecidos más que olvidados. Días atrás, la pequeña Ana había llegado al pueblo con el “suo padre”. Lo de pequeña era un apodo cariñoso pues Ana se había convertido en una mujer despampanante Desprendía una energía cálida y afectuosa en su tono de voz dulce y armónico y una luz acogedora y comprensiva en su mirada. De movimientos elegantes y serenos no podía impedir que en ocasiones se matizaran con una voluptuosidad femenina y sensual Su figura y su expresión denotaban y expandían belleza e inteligencia y sin quererlo tú te envolvía su arrullo de amabilidad y bondad atrayéndote con su alegría y sensibilidad Habían transcurrido dieciocho largos años desde el día que trasladó su aún pequeña vida a la localidad italiana de Cormons cerca de la frontera con Eslovenia. Adriano, su padre poseía en el pueblo extensos territorios con viñedos y una bodega con toda la maquinaria necesaria para convertir las doradas uvas en el néctar afrutado y aromático que llaman vino La llegada de Ana a este mundo se basó en un encuentro fortuito y casual de Adriano y Pilar hacía ya veinte años. Adriano “un bel ragazzo”llegó a España lleno de coraje, valentía y un gran corazón “sempre aperto all’ amore”. Acompañaba a su padre que en expedición por los territorios vinícolas españoles viajó a La Seca en la provincia de Valladolid buscando la maravillosa uva que daba lugar a ese caldo denominado Verdejo y que era el delirio de su paladar. Mientras el “genitore” italiano parlaba con Julián padre de Pilar, esta y Adriano quedaron prendidos en la mirada mutua, fija y penetrante y su consciencia desapareció en cualquier tiempo y espacio que no fuese la fuerza de un imán que los atraía el uno hacia el otro. Pilar derramaba aromas de mistura de tanta variedad de frutos cultivados y silvestres entre los que había nacido y con los que se bañaba cada día desde niña al saborearlos, recogerlos y sudarlos. Era su estampa la belleza fresca, joven y saludable de la crianza en el campo y en las emociones dulces y firmes de una familia trabajadora, honesta y amorosamente unida. Era el sol de España, la piel dorada y morena, el alma blanca, limpia y gozosa, la inocencia y la pasión. Fueron tres días con sus noches lo que duró la estancia de los itálicos en La Seca. El verano lucía todo su esplendor pintando la vida con los colores más excitantes y vivos de la naturaleza, el aire se impregnaba de un perfume erótico que llenaba la respiración del ansia de amar. Las noches con luna enamorada del cuajo de estrellas que manteaba al cielo eran capaces de
trasportar cualquier sentir hasta los más mágicos cuentos de las mil y una noche. Y en este escenario lleno de embrujo y fascinación, una noche hechicera, Pilar se ofreció a enseñarle a Adriano una de las bodegas de su padre. Bajaron unas escaleras cavadas en descenso en el suelo y así accedieron a la cueva. Pilar siempre sentía la sensación de estar en una cripta, un escondite. La bóveda circular coronaba los pasos de los dos enamorados cogidos de la mano y los anchos arcos de piedra se les antojaban coronas que rendían culto a su amor. La luz tenue de la linterna que portaban apenas les permitían divisar los toneles de madera de roble que prestaban la guarda y maceración al apreciado licor. Chocaron con uno y la figura de Pilar quedó atrapada entre el barril y los brazos fuertes de Adriano que la rodeaban haciendo barrera con su cuerpo. La existencia se paró en aquel instante y solo los jadeos del amor consumando su pasión, rompieron el silencio de la bodega. Cuando los italianos regresaron a su patria, la tristeza podía tocarse en el aire que se respiraba, dos jóvenes ciegamente enamorados se decían adiós. Aún pasaron un par de meses antes de que Pilar supiese y diese noticias de su nuevo estado. Aquel rapto de amor había fructificado y una vida se estaba gestando y un alma nueva se preparaba para venir a la tierra. Fueron tiempos difíciles, Pilar y Adriano eran demasiado jóvenes para hacerse cargo de la crianza de su hija y la distancia que les separaba era demasiado grande. Recien cumplidos los dos años Ana dejó nuestra España y a su madre. Italia le ofrecía una vida llena de recursos y educación. Madre e hija apenas se veían un par de veces en el año y Pilar entregó toda la energía de su existencia a los viñedos y al vino. Mientras, Adriano hizo crecer su imperio y también su familia. “Sempre presto all’ amore” se casó con Fiorella una flor pequeña, delicada y muy bonita y tuvieron dos hijos. Y hete aquí que hoy Adriano de vuelta a España venía con Ana a promocionar en La Seca el “Vino della Pace”. Reunidos todos los viticultores de la zona, Ana habló en un castellano correcto:-“ Amichi, el Vino de la Paz procede de unas quinientas cincuenta variedades de uvas distintas que se han adaptado a madurar con los mismos tiempos. Es un caldo blanco que reposa unos meses en barricas y su calidad es disputada por los personajes más afamados y poderosos. Líderes mundiales civiles y religiosos, así como coleccionistas. Todo en este vino es un arte, sus etiquetas son obras de artistas famosos y se relaciona con proyectos y obras solidarias. Hace gozar de un delicioso perfume de especias, es redondo, completo y ligeramente seco con regusto de vainilla y moscatel. Y es sobre todo un ejemplo de como un producto de la tierra y del trabajo del hombre puede llenarse de valores simbólicos, históricos y culturales. Y de cómo lo bueno puede llevar a resultados inesperados”. Una fuerte ovación estalló en la sala, el discurso de Ana con ese encanto que cautivaba a todos fue un éxito. Todos estaban expectantes por conocer y paladear el mencionado vino. Allá en una esquina Adriano que escuchaba en silencio, tenía los ojos clavados en Pilar, la fuerte atracción que un día les hizo concebir a Ana, siempre había sido recordada por él como una bendición y sobre todo con el paso del tiempo la gloria del ser especial y maravilloso que
habían traído a la vida. Se encontraron sus ojos y Pilar con aire de solemnidad y sin mover la mirada se acercó y le dijo:-“Vamos Adriano, trae una botella de tu vino y bajemos a la vieja bodega …tenemos que brindar con el Vino de la Paz”.
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