–
¿Cómo se empieza María?
–Pues…
por el principio.
–
¿Y… qué se dice?... ‘¿Hola, cómo
están?’
–No
sé, Lolo, nunca he escrito ninguna. En el colegio me dieron esto.
María
enseña a su hermano una hoja arrugada de papel brillante, decorada
por los bordes con abetos, copos de nieve y bolas de colores.
Él
se queda dudando. Cierra los ojos intentando concentrarse.
Se
oye un portazo y voces discutiendo.
–¡¡Cierra
la puerta!! ¡¡Corre!! –ordena ella.
Él
abre los ojos, su cara se torna seria y pálida.
–Mejor
la escribimos otro día.
–Venga
ya, no seas cobarde Lolo. Tiene que ser hoy. Si no, ya no vale. No te
han puesto en la clase de los dragones por tener miedo, ¿no?
Él
se pone de pie y saca músculo de sus brazos menudos.
–No
tengo miedo. Venga, escribe: ‘Hola, Reyes. Como sois tres…’
–‘¿Hola
Reyes?’ –María lo imita burlona- Qué cutre eres, de verdad…
Mejor así: ‘Queridos Reyes Magos’; eso es lo que puso Lara
cuando nos la dieron en clase.
–
¿Se pone eso? –La cara de Lolo es de
extrañeza – Si no los conocemos, ¿Cómo los vamos a querer?
Bueno, sigue…
El
boli empieza a cruzar de un lado a otro el papel, pero un nuevo grito
lo detiene. Ha temblado todo el edificio. O eso han sentido sus dos
menudos cuerpos.
Se
oyen más gritos, platos estrellarse en el suelo de la cocina y otro
portazo. La puerta de la calle.
Suspiran.
Por un rato estarán tranquilos.
–A
ver qué te parece esto – ella empieza a leer lo que ha redactado:
Queridos
Reyes Magos:
Ya sabemos que tenéis muchas cartas de
muchos niños y que a lo mejor se os pierde alguna o se os olvida
algún regalo.
Pero como sois Tres pues seguro que
alguno se acordará de nosotros.
Queremos pediros muchas cosas. Pero
queremos pedir una muy pero muy muy superimportante:
Que Mamá encuentre trabajo y la
paguen mucho dinero y que nos podamos ir a vivir lejos de aquí. Con
la abuela y el abuelo, que tienen una casa grande con muchas camas.
Es que mamá los quiere mucho y se acuerda mucho de ellos.
Pero papá no la deja ir a verlos. Y
tampoco quiere que vengan ellos con nosotros.
Es que papá no se porta bien. Grita
mucho a mamá. Y a nosotros. Y a veces nos pega a los tres. Por eso
no te pedimos nada para él.
Y para nosotros queremos una espada
grande para María (que soy yo) y un disfraz de Superdragón para
Lolo, y un…
–Pero
pon que eche fuego por la boca –interrumpe Lolo.
–Sí,
eso ya lo pongo también, espera – María escribe de nuevo.
La
puerta se vuelve a abrir y esta vez el portazo es tan tremendo que
hasta las ventanas retumban.
Lolo
se estremece y empieza a hacer pucheros.
–María…creo…que…
me he hecho pis.
–Pues
los dragones no usan pañales –responde ella- A ver si te tenemos
que pedir otro disfraz…
Y
se sientan en la esquina, bajo la ventana, abrazados, apretando la
carta a medio escribir, mientras esperan que terminen los gritos al
otro lado de la puerta.
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