Los dragones no usan pañales - Esperanza Tirado


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¿Cómo se empieza María?
Pues… por el principio.
¿Y… qué se dice?... ‘¿Hola, cómo están?’
No sé, Lolo, nunca he escrito ninguna. En el colegio me dieron esto.
María enseña a su hermano una hoja arrugada de papel brillante, decorada por los bordes con abetos, copos de nieve y bolas de colores.
Él se queda dudando. Cierra los ojos intentando concentrarse.
Se oye un portazo y voces discutiendo.
¡¡Cierra la puerta!! ¡¡Corre!! –ordena ella.
Él abre los ojos, su cara se torna seria y pálida.
Mejor la escribimos otro día.
Venga ya, no seas cobarde Lolo. Tiene que ser hoy. Si no, ya no vale. No te han puesto en la clase de los dragones por tener miedo, ¿no?
Él se pone de pie y saca músculo de sus brazos menudos.
No tengo miedo. Venga, escribe: ‘Hola, Reyes. Como sois tres…’
–‘¿Hola Reyes?’ –María lo imita burlona- Qué cutre eres, de verdad… Mejor así: ‘Queridos Reyes Magos’; eso es lo que puso Lara cuando nos la dieron en clase.
¿Se pone eso? –La cara de Lolo es de extrañeza – Si no los conocemos, ¿Cómo los vamos a querer? Bueno, sigue…
El boli empieza a cruzar de un lado a otro el papel, pero un nuevo grito lo detiene. Ha temblado todo el edificio. O eso han sentido sus dos menudos cuerpos.
Se oyen más gritos, platos estrellarse en el suelo de la cocina y otro portazo. La puerta de la calle.
Suspiran. Por un rato estarán tranquilos.
A ver qué te parece esto – ella empieza a leer lo que ha redactado:


Queridos Reyes Magos:
Ya sabemos que tenéis muchas cartas de muchos niños y que a lo mejor se os pierde alguna o se os olvida algún regalo.
Pero como sois Tres pues seguro que alguno se acordará de nosotros.
Queremos pediros muchas cosas. Pero queremos pedir una muy pero muy muy superimportante:
Que Mamá encuentre trabajo y la paguen mucho dinero y que nos podamos ir a vivir lejos de aquí. Con la abuela y el abuelo, que tienen una casa grande con muchas camas. Es que mamá los quiere mucho y se acuerda mucho de ellos.
Pero papá no la deja ir a verlos. Y tampoco quiere que vengan ellos con nosotros.
Es que papá no se porta bien. Grita mucho a mamá. Y a nosotros. Y a veces nos pega a los tres. Por eso no te pedimos nada para él.
Y para nosotros queremos una espada grande para María (que soy yo) y un disfraz de Superdragón para Lolo, y un…


Pero pon que eche fuego por la boca –interrumpe Lolo.
Sí, eso ya lo pongo también, espera – María escribe de nuevo.
La puerta se vuelve a abrir y esta vez el portazo es tan tremendo que hasta las ventanas retumban.
Lolo se estremece y empieza a hacer pucheros.
María…creo…que… me he hecho pis.
Pues los dragones no usan pañales –responde ella- A ver si te tenemos que pedir otro disfraz…
Y se sientan en la esquina, bajo la ventana, abrazados, apretando la carta a medio escribir, mientras esperan que terminen los gritos al otro lado de la puerta.











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