Mejor callado - Gloria Losada




Apenas había cumplido los dieciocho cuando empecé a trabajar como albañil. Decidí colgar los libros y en casa me dijeron que no querían vagos, así que me metí en la obra. Mis compañeros eran perros viejos y un poco soeces. Cada vez que pasaba una muchacha se hinchaban a decirle ordinarieces. Yo miraba y callaba. Era un principiante en esas lides, es más, nunca había estado con ninguna chica y me daba vergüenza. Hasta que un día, acuciado por aquellos energúmenos, que no paraban de llamarme mariquita, le grité a una lo primero que se me vino a la mente: con ese cuerpo para que queremos a la benemérita. Se dio la vuelta y era un tío, con barba y todo. Se acercó a mí y me propinó dos hostias sin darme tiempo ni a disculparme. Y los otros idiotas partiéndose de risa. Me cambié de trabajo... ahora soy repartidor de propaganda. Y nunca más le echaré un piropo a nadie, lo prometo, estoy mucho mejor callado.





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