El dragón le dijo a la hormiga “Eres un ser insignificante. Puedo
aplastarte, quemarte, comerte...hacer contigo lo que quiera”
La
hormiga, mientras el dragón hablaba, se ocultó bajo una brizna de
hierba. Después, despacio, con calma, fue subiendo por su enorme
cuerpo hasta llegar al oído derecho donde quedó instalada junto a
sus ciento cincuenta y ocho mil compañeras.
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