Rebajas - Marga Pérez

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Toc. Toc ¿quien me abre?

-Tengo que salir de rebajas antes de que se acaben, piensa Melania frotando con fruición los dorados de su casa -pero, que poco me gusta salir .

Tengo que preveniros sobre Melania. Es una mujer muy especial. Vive sola en un gran piso. Sus padres murieron en accidente de circulación cuando Melania tenía casi veinte años. Vivía entonces con ellos. Le dejaron el piso y una renta vitalicia que le permite vivir sin tener que salir de casa si no lo desea. Y sale poco. Se pasa el día limpiando. Siempre encuentra alguna mota que le obliga a sacar la aspiradora, la escoba, la balleta, la cera de los muebles...Es una fanática de la limpieza. No soporta el polvo. Ni el desorden. Ni el mal olor. Ni la suciedad. Ni los ruidos. Ni el contacto...
Melania hoy roza los cuarenta. No tiene practicamente vida social. Necesita ropa con urgencia y está dispuesta a salir a Zara, cerca de su casa, antes de que se acaben las rebajas. Tiene la ropa desgastada de lavarla a diario. Esté limpia o sucia tiene que lavarla. Ponerla recién lavada. Sentir su olor a limpio.
No os podeis imaginar cuantas manías tiene . Si en algún momento hubiese consultado le habrían diagnosticado un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Tendría un tratamiento, pero... según ella no tiene nada que consultar. Cree que se parece a su madre. La recuerda limpiando, siempre con el trapo del polvo en la mano.

Por fin los dorados relumbran y Melania sale de casa dispuesta a comprar algo en las rebajas . Sale con prisa y cierra dando un portazo. Baja las escaleras, por el medio, sin tocar el pasamanos ni la pared. Empieza cada tramo de escaleras con el pie derecho. Cuenta cada peldaño que baja. Llega al portal. El pie derecho sabe qué hacer. Entra en la calle y siguiendo un camino de cuadrícula en línea llega a Zara.
Melania está aturdida, el ruido, la gente, tanta ropa, demasiada luz... Coge con ansiedad un pantalón y una blusa. La talla es la suya. Se pone en la cola para pagar. Detrás, unas jóvenes la siguen sin guardar la distancia que sería prudente para ella. No puede soportar tenerlas tan cerca. Sentir su aliento en la nuca. Sale de la cola dispuesta a seguirla desde fuera. Paga y corre, como alma que lleva el diablo, a refugiarse en su casa . Tanta es la prisa que no se da cuenta de echar el pie derecho al entrar en la calle. Corre, deshaciendo el camino de cuadrícula en linea que anduvo a la ida. Llega al portal. Busca las llaves...Busca las llaves...¡¡ Oh cielos!! ¡¡No aparecen!!. Vacía el bolso. Deja en el suelo todos sus enseres.¡¡ Las llaves no están!!
-¿Qué hago? ¡Me he quedado encerrada en la calle!
Melania está angustiada.Tiene ganas de devolver. Se siente morir.
Se sienta en el escalón de la entrada y empieza a respirar profundamente con la cabeza entre las manos. Poco a poco se tranquiliza. Ya respira y piensa sin creer que se va a desmayar. Recuerda un seguro que hizo con su amigo Paco . Saca el móvil dispuesta a llamarlo. Ve claramente la solución a su encierro.
-Paco ¿quien me abre la puerta? Le dice angustiada pero ya menos.
Paco, que la conoce, la tranquiliza y le aconseja que se vaya de compras. Mientras que ella esté comprando el va a hablar con el cerrajero. La va a avisar antes de que se de cuenta . Le asegura que enseguida estará en su casa.
Melania respira hondo. Las palabras de Paco le suenan a música celestial. La sensación de encierro ya no es tan acuciante. Vuelve a Zara más relajada.
Como no tiene nada que hacer hasta que Paco la llame se dedica a mirar los percheros con tranquilidad. Encuentra cosas muy monas. Cuanto más mira, más cosas ve que le pueden encajar. Tops, faldas, pantalones, vestidos, chaquetas, jerseys, sudaderas, camisetas. Entra en el probador. Cargada, siente su propia excitación. Prueba cada prenda. Primero sola, luego combinada. Sale a buscar más cosas. Bolsos, zapatos, fulares, collares, gafas, colonias. Encuentra un complemento para cada conjunto. Un conjunto para cada atuendo. Un atuendo para cada ocasión. Una ocasión para sentirse bien comprando.
Melania está descontrolada. Descubre lo que se siente comprando sin control. Se pone en la cola para pagar. Paco la llama . Esta vez entra en la calle con el pie derecho ,y también en el portal. Paco la espera con el cerrajero. Melania, exultante, da una visión errónea de si misma. Parece feliz. Los ojos le hacen chirivitas.
El tiempo que el cerrajero invirte en abrirle la puerta es menor al que Melania necesita para colocar el pie derecho en posición de entrada. El cerrajero ve la luz en sus ojos y sin mediar palabra queda colgado de ella, se pone nervioso, y pisa la unión de las baldosas que hasta el momento había evitado con habilidad.
Paco desaparece dejándolos frente a la puerta abierta del piso. Melania necesita ayuda para meter las bolsas. El cerrajero se ofrece. Entran sin saber con que pie lo hacen, y sin saber, pisan rayas, se tocan. ¡¡ Saltan chispas!! Son almas gemelas.





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