Cuando
llegué a casa muy temprano, o muy tarde, según se mire, recorrí el
pasillo a paso de hormiga, para no despertar a mi abuela, pero por
debajo de la puerta del baño se veía una rayina de luz, señal de
que estaba despierta, me metí rapidamente a mi cuarto y busqué la
anfeta que me había olvidado sobre la mesilla. ¡Dios!, no estaba,
desesperado llamé a mi abuela que no salía del baño.
-
¿Abuela has visto una pastillita que habia sobre mi mesilla?
-
No lo recuerdo, hijo, (me respondió) pero metete en tu habitación
rápido que en el pasillo hay un dragón.
Qué
peligro tiene dejar pastillas al alcance de los ancianos...
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