Mis
pies están hinchados tras correr quince quilómetros. Espero que sea
suficiente para evitar volver a pasar por esa tortura. Así y todo,
estoy escondida. Quizás, si no me ven, no se acuerden de mí.
Acaban de llegar. Hacen la prueba a mis hermanas. Después preguntan
por mí. Mi nombre está en la lista. No me queda más remedio que
salir de mi escondrijo. A regañadientes hago la prueba. ¡Menos mal!
La carrera ha servido para algo. Acabo de librarme de permanecer
esposada
el resto de mi vida. Además, ¿casarse con un tontorrón como él?
¡Ni de coña! Cómo voy a entregarme a un tío que se enamora en
solo una noche y que para elegir a la compañera de su vida lo fía
todo a un zapato que me destrozó los pies. Me importa un cuerno que
sea un príncipe. Lo último que quiero yo es ser princesa.
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