Ya estoy mayor para estos viajes tan
largos. Tanta arena me cansa, duna arriba y abajo. Y el sol, no
digamos. Se me fríe la sesera. El año pasado casi nos deshidratamos
todos. Se nos olvidaron los bidones de agua. Y no será por falta de
experiencia. Pero no te puedes confiar. El desierto y sus fantasmas
te embrujan de una manera peculiar. Tenemos que ser cuidadosos. No
solo por nosotros tres, que estamos mayores. Sino por los guías y
los animales. El hombre del tiempo ya avisaba de tormentas de arena
inesperadas a lo largo de la ruta.
Qué ganas tengo de llegar a un oasis y
echarme una siesta debajo de una palmera.
Lo malo no es el tiempo cambiante ni los
días de camino. Lo peor es que mucha gente ha descubierto nuestra
ruta. Hace unos años nos encontramos con un grupito que decía que
se habían perdido y se unieron a nosotros. Yo iba meditando subido
en mi camello, pero esas miradas aún las recuerdo como si fuera
ayer. Lo comenté con Baltasar pero se riÓ de mÍ.
–Anda, anda, Gaspar, no seas
desconfiado. Esto es el desierto y hay gente que viaja y se pierde.
Pero mi intranquilidad me acompañó
durante todo el camino. Ni siquiera me fijé en la Estrella y casi me
despisto del resto al llegar a Egipto. Los años no perdonan, ya
digo. Casi acabo dentro de una pirámide. Y no soy capaz de
configurar el GPS por mucho que me lo expliquen.
Este año nos hemos cruzado con mucha más
gente. Esto de la globalización es lo que tiene. Tampoco voy a
ponerme yo de protagonista ni pretender que vengan por vernos a
nosotros en persona. Puede que a veces vea fantasmas donde no los
hay. Sí, definitivamente estoy cansado de tanta giba y de tanta
duna.
Ahora que lo pienso ¿Nos habremos dejado
algún paquete sin meter en las bolsas? No, parece que están todos.
Ay, esta cabeza… Dónde pondría la corona si la perdiese…
Este año casi pensé en no viajar.
Total, para llegar los últimos cuando ya todo el mundo está casi
recogiendo los restos de las fiestas. Antes nos esperaban con tantas
alegrías… Y ese brillo en los ojos y esas sonrisas compensaban
toda la arena que tragabas.
Pero ahora con la Befana, el Olentzero,
el Apalpador, el Anguleru, el Tió
de Nadal, el Pai
Natal y la competencia
feroz del Santa Claus de las narices y sus tropecientos renos… Lo
que hace el marketing, oiga. Y mira que nosotros llevamos siglos de
ventaja. Pero la publicidad innovadora de la tele y de internet lo
puede todo.
Melchor también va ya juntando años a
sus espaldas, pero siempre fue el más entusiasta. Le encanta ver
mundo y conocer gente diferente. Y parece que le da igual la
competencia.
–Mientras más seamos, más
ilusión.-dice a veces cuando yo refunfuño al ver en la tele al de
rojo bebiendo refrescos y riéndose con esa panza gorda que tiene.
El que ríe el último ríe mejor,
pienso. Y recuerdo la frase de ‘Los últimos serán los primeros’
con nostalgia.
Pero ahora son otros tiempos. Vivimos tan
deprisa que nadie aprecia el largo camino que debemos hacer hasta
llegar a las casas de todos los niños.
Estoy cansado. Creo que veo demasiados
fantasmas. Será el calor del desierto que ahora me afecta más.
Voy a sugerir que nos quedemos en el
próximo caravasar a hacer una paradita de fin de semana. Nos tomamos
unas cocacolas,
nos damos un baño relajante y así los camellos y los guías
descansan también.
A ver si allí tienen wifi, y mandamos un
email o un whatsapp al de Rojo y sus duendes, y que se vaya
organizando él con todo el trabajo.
Me estoy volviendo tan refunfuñón e
insoportable como el Grinch. Necesito una jubilación como Dios
manda. Ojalá me la traigan de regalo el año que viene.
Befana:
Bruja que trae los regalos de Navidad a los niños en Italia.
Olentzero:
Carbonero tradicional que trae los regalos de Navidad a los niños en
el País Vasco.
Anguleru:
Marinero que trae los regalos de Navidad a los niños en Asturias.
Tió de Nadal: personaje
que trae los regalos de Navidad a los niños en Cataluña.
Apalpador:
carbonero gallego que trae regalos de
Navidad a los niños en Galicia.
Pai
Natal:
Representación de Papá Noel en Portugal.
El
Grinch:
Personaje navideño norteamericano, es una criatura peluda y
cascarrabias de color verde que odia
la Navidad. Fue
creado por el Dr.
Seuss.
Su primera aparición fue en el libro infantil de 1957
Caravasar:
Antiguo tipo de edificación surgido a lo largo de los principales
caminos donde las caravanas que hacían largos viajes de muchas
jornadas —de comercio, peregrinaje o militares—, podían
pernoctar, descansar y reponerse los viajeros y animales. Eran
verdaderos antecedentes de los modernos hoteles y hostales de
carretera. En Oriente medio a menudo se les llama por su nombre
persa khan.
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