El orfanato - GLoria Losada





        No había nada que se pareciera a aquel lugar. Ya visto por fuera resultaba tenebroso. El director, un hombre mal encarado, taciturno y cruel, sembraba el terror entre los pequeños. Cuando sonaba su campanilla todos sabían que alguno iba a ser castigado. Les golpeaba con el cinturón, les arrancaba las uñas con un alicate o los encerraba durante horas en un cuarto húmedo, frío, oscuro e infestado de ratas. Hasta que todo cambió aquella noche de tormenta. Un rayo se coló por la rendija de la ventana y con él entró el demonio en aquellos cuerpos menudos y famélicos. Nadie sabe como pudieron hacerlo. El cuerpo del director apareció despedazado y los trozos desparramados por todas las estancias. Los muchachos habían desaparecido. Nunca más se supo de ellos. La campanilla no ha dejado se sonar desde entonces.
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