Siempre
escogía el mismo asiento del bus. En él había ido con los colegas
al cine y a jugar a la bolera del centro comercial, había conocido a
su primera novia, y había ido a su primera entrevista de trabajo.
Con
el ERE en la cartera subió al bus y se sentó mientras masticaba
nervioso un chicle para quitarse el mal sabor de la noticia;
intentando averiguar cómo daría la noticia en casa.
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