Ayer
celebramos nuestro décimo aniversario como pareja, significa mucho
para nosotros pero no creo que los demás le den importancia, siempre
preguntando ¿y cuando te casas?
Al
ser un día laboral decidimos festejarlo en casa, preparé la mesa
con un bonito mantel, flores, velas, música que nos gusta en tono
suave, vamos lo que se dice una cena romántica de libro.
La
comida estaba rica, nos reímos y charlamos animadamente, hasta que
sonó el timbre de la puerta ¿Quién podría ser a esas horas?
Al
acercarme ya noté jolgorio en el descansillo, cuando abrí me
encontré con amigos y familiares cercanos portando botellas de vino,
dulces y un globo de colores. Sorprendida y fastidiada les invité a
pasar, no tenía ni idea de que tramaban.
Dejaron
sus cosas en el recibidor y estando todos en el salón alrededor de
la mesa tan románticamente puesta, me dan un libro en blanco, y a
continuación me piden que deje el globo a mi gata Conchi. Iba a
ponerme seria con todo aquel teatro, hasta que oí a mi mascota
explotar el globo y saltar de su interior un anillo. Rápidamente mi
novio lo cogió al vuelo, lo puso en mi dedo anular y de rodillas me
pidió en matrimonio.
Tras
un expectante silencio, naturalmente le dije que no, ¡qué vergüenza
delante de tanta gente!
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