Todo un año
entrenando para la carrera de su vida. Corriendo por las noches, los
fines de semana, hiciera frío o calor. Sus pies volaban sobre el
asfalto.
El día de la
carrera llegó a la meta casi arrastrando las piernas, doloridas y
amoratadas, tras el tropezón contra un contenedor fuera de sitio.
En el puesto de
avituallamiento y recuperación le ofrecieron una bebida isotónica.
El refrescante sabor no mitigó su sensación de fracaso.
Quizá el año que
viene, cuando me gradúe la vista, mejoraré mi propia marca
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